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#HerenciadelMéxicoAntiguo Los que descubrieron el fuego en Texcoco

Carlos G. Alviso López
 

Allá en Texcoco, habitaban dos etnias cuyas creencias y adoraciones celestiales eran opuestas, ya que por un lado, se encontraban los otomíes que veneraban a la Luna y por otro, estaban los popolcas, quienes en su idolatría se encontraba el Sol, pues decían, que era el astro rey el creador de todo. Los popolcas eran […]


Allá en Texcoco, habitaban dos etnias cuyas creencias y adoraciones celestiales eran opuestas, ya que por un lado, se encontraban los otomíes que veneraban a la Luna y por otro, estaban los popolcas, quienes en su idolatría se encontraba el Sol, pues decían, que era el astro rey el creador de todo.

Los popolcas eran adivinadores y hechiceros, sabían del movimiento de las estrellas, entendían los porqués de la vida y algunos de los misterios del destino. Había un personaje cuya ocupación era ociosa, no hacía nada. Pero un, día le nació una idea la cual llevó a cabo y fue tomar un trozo de madera seco para hacer un bastón.

El extremo inferior lo confeccionó con una punta muy filosa, la cual clavó certeramente en otro pedazo de madera también sumamente seca. Ambos maderos, los puso ante los rayos del Sol y comenzó a friccionar uno con el otro, dándole vueltas severas al bastón puntiagudo hasta que con asombro vio que de tanto movimiento salían chispas.

Esto le llamó mucho la atención, pues entre más rápidamente frotaba los troncos, las chispas se incrementaban, hasta que surgió una flama que comenzó el fuego en los dos palos y de ahí conocieron el calor de las llamas.

Acto seguido, los principales del pueblo popolca, ordenaron cortar un sinfín de leños que subieron a la montaña más alta de la región para ofrendar una gigantesca fogata al Sol y así los demás habitantes del mundo prehispánico supieran que el astro luminoso les había regalado un poco de su incandescencia.

Tal descubrimiento llegó a oídos de los otomíes, que no tardaron en hacerles un duro reclamo a los popolcas por tal atrevimiento y les declararon la guerra con una furia y rencor despiadados para tratar de recomponer ese desafío y desobediencia de la tribu contraria. Sin embargo, los popolcas se defendieron con valor.

Después de una encarnizada lucha, los tiempos bélicos llegaron a su fin y de todo este cruento episodio quedó un legado que es el fuego, con el que se cocina, se calienta la gente en época invernal y es una herencia más del México antiguo.