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#Columna7 Reforma Electoral y luego

Jorge Álvarez Colín
 

Las reformas constitucionales del presidente se están volviendo batallas estratégicas que sin duda definirán su guerra política, las cuales buscan debilitar y someter a otros poderes y contrapesos institucionales, con el propósito de convertirse en el andamiaje de sus decisiones y ahora le llegó el turno al árbitro electoral. Tratando de sintetizar la reforma, distinguimos […]


Las reformas constitucionales del presidente se están volviendo batallas estratégicas que sin duda definirán su guerra política, las cuales buscan debilitar y someter a otros poderes y contrapesos institucionales, con el propósito de convertirse en el andamiaje de sus decisiones y ahora le llegó el turno al árbitro electoral.

Tratando de sintetizar la reforma, distinguimos 6 apartados; Régimen de Gobierno, Autoridades Electorales, Régimen de Partidos, Fiscalización, Comunicación e Instrumentos de Participación Ciudadana, todos aparentemente inofensivos, pero será vital para el país y su democracia su revisión profunda.

Espero equivocarme al externar mi sospecha, pues de aprobarse, vería una conjura en cuanto a la facultad que se le otorga al presidente para conformar gobiernos de coalición, ¿dónde quedaría la voluntad de la gente para apoyar un proyecto electoral, si de un plumazo se convertirá en acuerdos entre bambalinas, premios o castigos? Por otro lado, el debilitamiento del Instituto Electoral, porque en elecciones federales la responsabilidad quedará diversificada en 32 institutos locales, sujetos a la presión de gobiernos estatales e instrucciones de Palacio nacional.

Subir de 2 al 3% el mínimo de votación, así como ampliar el tipo de coalición y la forma de fiscalizarlos, sería una exigencia a la legitimidad de los partidos, sin embargo, lo que se busca es coparlos hasta desaparecerlos y reducir la lucha sólo a liberales y conservadores. El tema de la reelección en el Senado, en el Congreso federal y legislaturas locales, es un intento por mantener el mismo grupo incondicional, además de que la asamblea del DF se podrá reelegir hasta por 4 periodos ¿raro no? Finalmente convertir a las consultas en instrumento para hacer vinculantes decisiones personales es distorsionar la verdadera soberanía y el espíritu de la participación ciudadana.

Es evidente que esta reforma busca estructurar la permanencia del poder tras el poder y seguir por el camino del sometimiento de lo único que queda para defender la democracia.