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#Columna7 La mujer y su lucha

Jorge Álvarez Colín
 

El 8 de marzo no es un día para celebrar, más bien una oportunidad para fortalecer un proceso histórico que se ha venido dando en torno a la mujer, sus derechos, sus luchas y sus logros. La historia nos relata que las mujeres han tenido que trabajar arduamente por obtener el reconocimiento social, dado que […]


El 8 de marzo no es un día para celebrar, más bien una oportunidad para fortalecer un proceso histórico que se ha venido dando en torno a la mujer, sus derechos, sus luchas y sus logros.

La historia nos relata que las mujeres han tenido que trabajar arduamente por obtener el reconocimiento social, dado que los hábitos culturales han generado un dominio de los hombres sobre las mujeres, la humanidad creó desde cualquier punto de vista una sociedad machista que aún todavía en el siglo XXI es tema de discrepancias y actitudes enfrentadas.

Los antecedentes hablan de derramamiento de sangre, París 1848, Copenhague 1910, o en N.Y. 1857, donde murieron 120 mujeres por represión, lo que nos dice que algo no está bien, ¿es la lucha o la resistencia?, en mi opinión ambas, en la primera porque considero que se contamina por intereses ajenos a las verdaderas razones de su lucha y que lamentablemente le generan un rostro hostil y violento a sus demandas  públicas por demás  legítimas y entendibles, porque así conviene a algunos intereses externos, sobre todo, económicos más que sociales.

Por otro lado, la resistencia aparece casi siempre como una reacción a la primera y encuentra en esta, una manera de frenar y hasta justificar su respuesta, parece una especie de venganza tonta, más visceral que racional.

Señalar en sus manifestaciones la desigualdad, sus aspiraciones, sus fortalezas, la complementariedad y el papel histórico que ha tenido la mujer, es un acto de dignidad, pero que sin duda habrá que trabajar en la maduración interna de nuestra sociedad. Es un problema multifactorial que será complicado superar con mayor celeridad, ya que trae consigo una fuerte raigambre, entonces, lo que nos queda es la participación prudente y sensata en este reto de nuestra civilización.

Se ha institucionalizado el 8 de marzo para hacer que en esta fecha se recuerde que todos tenemos algo que hacer para alcanzar la convivencia justa entre hombres y mujeres, pues no alcanzaremos la plena libertad ni la justicia, si antes no comprendemos el sentido de la igualdad. JACO.