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En tecnología, México sólo es un país de usuarios

Un grupo de niñas aprende temas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas aplicándolos a un hecho real. Ésta no es una escuela, es una sesión de Code Party, un curso diseñado con el propósito de que las niñas adquieran habilidades necesarias para utilizar herramientas digitales.
Daniela González está convencida de que, si cada quien desarrolla sus capacidades y las junta con la tecnología, se puede transformar al mundo.
Y es que, si en el siglo XXI la herramienta principal es la tecnología, ¿por qué niños y niñas no pueden aprender a desarrollarla y entender cómo se aplica en la vida cotidiana, sin conformarse simplemente con usarla?
En el sistema educativo básico parece que no están muy interesados en impulsar estas habilidades, comenta Daniela. Así, algunas escuelas, especialmente privadas, se enfocan únicamente en la materia de Computación y, si bien les va a los alumnos, muy pocas ofrecen alguna actividad extracurricular, como Robótica. El problema es que el tiempo avanza y México está más atrasado en el tema.
El Gobierno Federal, de 2000 a 2006 impulsó la instalación de equipos electrónicos y de cómputo en las aulas; sin embargo, esa inversión no estuvo acompañada de la capacitación a los docentes y otras necesidades, como la actualización del equipo y los contenidos, así que, con el tiempo, el proyecto se olvidó.
Los otros dos gobiernos que le siguieron han invertido varios millones de pesos más en generar nuevas versiones, además de dotar de computadoras e Internet a las escuelas; no obstante, diversas instancias, como UNESCO, le han dicho a México que gastar en tecnología no garantiza la educación, especialmente si no se actualizan los programas de estudio ni se capacita correctamente a los profesores en el uso de las herramientas digitales.
Así que en casi tres sexenios, la tecnología no ha logrado colocarse en el sistema educativo nacional; sin embargo, el mundo no se ha sentado a esperar.
La tecnología en la vida diaria ha avanzado más rápido que en las escuelas. Todo eso ha generado nuevas dinámicas.
Angélica Cuevas, de 28 años, fue más allá de este panorama. Ella y Gustavo Merckel, de la misma edad y egresado de Ingeniería Mecánica en Alemania, impulsan el proyecto Mentes Ambulantes, con el que pretenden llevar talleres de tecnología a alumnos de comunidades del sureste de México con el propósito de despertar la curiosidad en los jóvenes por conocer temas como programación, impresión 3D y energías renovables.
Uno de los problemas más grandes que han encontrado en las comunidades donde han trabajado es que los adolescentes pocas veces aprovechan la tecnología para la creatividad.
Uno de los argumentos que se han planteado de manera permanente, para frenar la enseñanza de tecnología ha sido que en el país todavía hay muchas personas que no tienen acceso a ella.
Pero Angélica y Gustavo tienen otra experiencia. Cuentan que una vez fueron a una comunidad a la que llevaron una impresora 3D, la primera reacción de los chavos fue agarrar el celular y tomarle fotos porque se trata de un objeto que ya conocían gracias a la televisión o alguna otra fuente.
Aunque claramente hay excepciones, lo cierto es que la cobertura de Internet o telefonía móvil ha crecido, por lo que en las comunidades más alejadas es posible encontrar celulares.
Hay una brecha histórica en la enseñanza de la tecnología en México, y si no se cierra pronto, el país se convertirá en un observador y no en partícipe del futuro.

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