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Especial

Tiburón blanco, el incomprendido rey de los mares

El legendario gran tiburón blanco es mucho más temible en la imaginación que en la realidad.
Con más de 11 millones de años de presencia en el planeta, el tiburón continúa surcando los mares tras haber superado eras glaciares, meteoritos y cambios para enfrentar hoy a uno de sus más grandes enemigos y que están por llevarlo al peligro de extinción, el hombre.
Pareciera irónico que el otrora rey de los mares hoy se encuentre amenazado debido a un miedo irracional generado en el hombre, y que lo ha llevado al borde de desaparecer si no se toman acciones para revertir su caza desmedida.
Algunos lugares clave, como la Isla de Guadalupe, se han convertido en santuarios que han ayudado a ejemplares, como el tiburón blanco a tener un oasis en el que pueda refugiarse sin temor a ser cazado por miedo o capturado incidentalmente por los corporativos del mar.
Es aquí donde la labor de investigadores como Edgar Mauricio Hoyos Padilla ha contribuido a descubrir que, lejos de ser una amenaza intimidante, el tiburón blanco resulta ser un miembro clave en el equilibrio de la biodiversidad de los mares del mundo.
No hay nada más lejano a la imagen de un tiburón blanco que la proyectada por la película de la década de los 70, y que llevó a muchos pescadores y aficionados a las playas a atacar directamente al tiburón como si fuera la más terrible amenaza de los mares.
Muchas especies de tiburón han disminuido su población hasta 90 por ciento, y en el caso particular del tiburón blanco se ha debido a que “todos lo considera un monstruo”.
Sin embargo, “cuando tú te das la oportunidad y visitas un lugar como Isla Guadalupe, descubres que en realidad se trata de un animal majestuoso que es un depredador prefecto que ayuda al equilibrio de los ecosistemas marinos”, aseguró en entrevista.
El tiburón blanco, dijo, suele nadar en todas las áreas marinas ubicadas entre los 60 grados norte y 60 grados sur, pero los mejores sitios para verlos son California, Estados Unidos; en Sudáfrica, Nueva Zelanda, Japón y en México.
Sin embargo, debido a la mala fama que guardan estos animales, una gran parte de las actividades humanas cercanas a zonas turísticas o de pesca han llevado al tiburón a disminuir su población, como en Sudáfrica, donde 80 por ciento de los tiburones que pescan son capturados con redes que protegen a los bañistas.
A ello se suma un mercado negro, encabezado por China y en el que sólo se interesan por las aletas de tiburón, para sopa, ya que se le atribuyen poderes curativos y mágicos, así como por la pesca deportiva desmedida y sólo para satisfacer el ego humano.
Es así que en el mercado podemos encontrar que el conjunto de aletas dorsal y dos pectorales de tiburón están cotizadas en mil dólares, mientas que una dentadura entera hasta en 50 mil dólares, mientras que el resto del tiburón es desechado.
Explicó que se ha detectado que su población en el Pacífico noreste es muy baja, con alrededor de 350 individuos, lo que representa un alto riesgo de extinción en esa zona.
Lo anterior se debe a que uno de sus principales enemigos es la pesca incidental, ya que el tiburón blanco solo alcanzan la madures entre los 8 y 10 años, en el caso de los machos y entre 12 y 14 años en las hembras, tiempo en el que muchos son capturados en redes de pesca.
Esto en su conjunto ha llevado a que la población general de tiburón blanco haya disminuido has- ta en 20 por ciento en los últimos cinco años, lo que hace pensar que en un corto lapso podríamos solo encontrar tiburón en reservas como Isla Guadalupe.
Verónica Morales Sotero, guardaparque del Isla Guadalupe por parte de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) destacó que este recinto es donde guardan descanso distintas especies que son endémicas y únicamente existen en esta parte del mundo.
También está el tiburón blanco, quien encabeza la lista y de los cuales se hace un seguimiento y monitoreo para ver hacia donde se desplazan, qué comen, dónde descansan y particularmente dónde es que suelen ser pescados.
En ese sentido, el biólogo marino descartó el mito sobre la naturaleza depredadora del tiburón para con la especie humana, ya que en realidad a los tiburones no les gusta la carne humana por ser demasiado magra, mientras que su alimento favorito son los lobos y leones marinos.
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