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En el mismo camino

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México se colocó en el sitio 51 en el Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial, seis lugares mejor que su posición de 2015


Como he comentado en este espacio, y en foros que se me han proporcionado para exponer el alance de la política laboral, quizá no hay n política social más poderosa en la actualidad que fomentar la generación de empleos dignos y formales. En México, esto significa que lo hecho por la Reforma Laboral debe consolidarse para que, además de los programas de desarrollo social, el combate a la pobreza tenga en la política de empleo a un aliado permanente.

Si bien el ejercicio de los derechos sociales en el país ha avanzado, todavía hay retos cuando hablamos de superar el carácter intergeneracional de la pobreza, por lo que dar un paso más y pensar en el largo plazo es fundamental. Es primordial garantizar la seguridad alimentaria, la vivienda y el acceso a servicios básicos, pero también debemos ocuparnos en lo que sigue: mayor acceso a trabajos bien remunerados, que permitan tener un ahorro y que construyan con solidez un patrimonio a través de los años.

En esta tarea, donde el gobierno tiene mucho que ver, necesitamos también una política que sume el compromiso de instituciones, sociedad civil y la ciudadanía en general. Como lo ha dicho el presidente Enrique Peña Nieto, el combate a la pobreza es un desafío que tenemos los mexicanos, pero cuando se trata de empleo y generar inversiones en zonas específicas, el trabajo en conjunto se vuelve aún más valioso.

La transversalidad, cercana a las necesidades de la gente, será cada vez más eficiente en la medida en que las políticas públicas logren cambiar estructuras disfuncionales y generen resultados perdurables. Por ello, las políticas laborales y de combate a la pobreza, en un mundo del trabajo que cambia cada minuto, deberán ser la amalgama que se traduzca en bienestar para todos los mexicanos.