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#HerenciadelMéxicoAntiguo Xiuhnelpilli, la cuenta de los años

Carlos G. Alviso López
 

El tonalpohualli era el libro de los destinos, era el registro donde se llevaba la cuenta de los días transcurridos en el mundo azteca, este documento no sólo contenía la sumatoria de la rotación y traslación terrestre, sino también los rumbos de la vida de todas y cada una de las personas. En palabras actuales […]


El tonalpohualli era el libro de los destinos, era el registro donde se llevaba la cuenta de los días transcurridos en el mundo azteca, este documento no sólo contenía la sumatoria de la rotación y traslación terrestre, sino también los rumbos de la vida de todas y cada una de las personas.

En palabras actuales era el calendario de nuestros antepasados, que lo componían varias vertientes como la aritmética, la connotación del día y la noche, así como diversos simbolismos que daban sentido al cosmos, a la interacción con seres celestiales, supremos creadores del mundo, del aquí y el ahora, del allá y el entonces.

Los años aztecas los constituían 260 unidades (días), a los que se les designaba un nombre y un símbolo. Era tan importante llevar la cuenta exacta de cada uno de los días transcurridos, dado que al pasar 52 años, debía entregarse cuentas a las deidades para consecución de la cotidianidad mundana.

A este conjunto de días se les aglutinaba en cuatro trecenas que tenían que ver también con los cuatro puntos cardinales del globo terráqueo y a su totalidad se le conocía en náhuatl como Xiuhnelpilli que en traducción certera quiere decir “atado de años”, donde terminaba un ciclo más del mundo.

La mitología mexica dictaba que todo ser viviente estaba obligado a cumplir designios de los dioses, mismos que estaban inscritos en el día y hora de su nacimiento, que además tenían que ver con la influencia de los astros en el momento de dar a luz, pues era su destino el que quedaría plasmado en el tonalpohualli.

A esto se le concatenaban múltiples preceptos divinos como la asignación de un alma o piochtli, el carácter de la persona, sus objetivos de existencia que en suma dotaban al ciclo de la vida con un sentido ligado al universo y a las costumbres humanas.

El entramado misterioso de los seres vivos aquí en este mundo, quedó inscrito en la perfecta cuenta de los días, cimentada en valores y esencia que perduran más allá de la muerte, que quedan en este “atado de años” o Xiuhnelpilli, que es una herencia más del México antiguo.

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