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#HerenciadelMéxicoAntiguo Moctezuma y la higiene personal del México prehispánico

Carlos G. Alviso López
 

El ser Huey Tlatoani no solo era un privilegio preferencial de quienes tenían a su cargo el mandato de la Gran Tenochtitlan, pues ellos eran ejemplo a seguir de la población y se decía que las deidades los habían agraciado y dotado de energía, más allá del promedio del ser humano común. El poderío mexica, […]


El ser Huey Tlatoani no solo era un privilegio preferencial de quienes tenían a su cargo el mandato de la Gran Tenochtitlan, pues ellos eran ejemplo a seguir de la población y se decía que las deidades los habían agraciado y dotado de energía, más allá del promedio del ser humano común.

El poderío mexica, tuvo alrededor de once gobernantes que trazaron el rumbo económico, social y productivo que legó a nuestra cultura uno de los mayores tesoros que traducimos como nuestra identidad y orgullo mexicanos.

Cada uno de ellos tiene su propia historia, sus mitos y reseñas personales que los caracterizaron, pero hoy hablaremos de Moctezuma Xocoyotzin, traicionado por Hernán Cortés y quien vio la caída de la ciudad más impresionante de aquellos tiempos.

La historia registrada en los hitos del México pre-colonial es que fue Moctezuma quien dentro de sus costumbres, tenía una muy reconfortante y era la de bañarse por lo menos un par de veces al día, todos los días, en lo que hoy se conoce como los Baños de Moctezuma.

Aseguran que las casas poseían un sitio específico donde se situaba un baño de vapor, aromatizado con todo tipo de plantas medicinales y olorosas que relajaban los músculos, ayudaban a la circulación y al cuidado de la piel, además, los antiguos utilizaban a modo de jabón un fruto llamado copalxócotl.

La población mexica, tenía por cotidianidad bañarse, más allá de ser algo relacionado con la higiene y la salud corporal, tenía connotaciones rituales. Los pochtecas o comerciantes, a veces se abstenían de bañarse hasta regresar de alguna larga travesía para recolectar las mercancías que mercaban.

También, se dice que había una festividad llamada Atenoztli, la cual ameritaba por cuestiones rituales el no bañarse hasta que terminara dicho festejo y sus celebraciones y solo en ambas cabía la excepción. Desde hace más de cinco siglos, nuestros ancestros tenían a la higiene como algo consuetudinario y esencial. El padre enseñaba al hijo a lavarse las manos y la boca antes y después de comer, que hoy es una herencia más del México antiguo.