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#HerenciadelMéxicoAntiguo La ayuda de Xipe Tótec y los Voladores de Papantla

Carlos G. Alviso López
 

Un día, Xipe Tótec, el lado masculino del universo, deidad ligada a los campos fértiles, fue llamado por los totonacas, pues en sus tierra la desgracia se había plantado, la sequía predominaba y cualquier tipo de alimento era escaso. Para ello, decidieron que cinco jóvenes serían quienes hicieran saber de su desgracia a Xipe Tótec. […]


Un día, Xipe Tótec, el lado masculino del universo, deidad ligada a los campos fértiles, fue llamado por los totonacas, pues en sus tierra la desgracia se había plantado, la sequía predominaba y cualquier tipo de alimento era escaso.

Para ello, decidieron que cinco jóvenes serían quienes hicieran saber de su desgracia a Xipe Tótec. Pero ¿cómo llegaría a lo alto de cielo, pues era la única forma de contactarlo? Decidieron internarse en el bosque, donde hallaron un árbol, el más alto de todos, fuerte y resistente. Lo cortaron y permanecieron con él toda la noche antes de llevarlo a su comunidad.

Después del ayuno, rasuraron el árbol, fijaron el tronco y vistieron como aves para atraer la atención de Xipe Tótec. Cuatro de ellos representaban los puntos cardinales, el norte, el sur, el este y el oeste. Quien permanecía arriba, en medio del enorme árbol, era el quincentro, pues decían los antiguos que este era el centro de nuestro ser.

La intención de ello era arrojarse al vacío, los 4 jóvenes amarrados a una soga, daban cada uno trece vueltas antes de pisar tierra firme. La sumatoria de su emprendimiento aéreo daba como resultado el sagrado número cincuenta y dos, tiempo en el que renacía el Sol y comenzaba una era nueva en la vida del universo.

La temporada había sido muy dura, los campos estaban sin frutos, las semillas no germinaban, el panorama era desolador, no les quedaba otro camino más que llamar la atención de Xipe Tótec. De esa manera los pueblos confiaron en la juventud, los sabios les dieron su respaldo y gracias a su ingeniosa y eficaz idea, tuvieron la certeza de que todo se arreglaría.

Fue así que amarraron su cuerpo con cuerdas y echaron a volar, tal cual aves acompañadas del sonido de un tambor y una flauta, de ese modo nacieron los Voladores de Papantla, que representaban, con su vuelo, los ciclos de 52 años, donde renacía el Sol y con él, todo el universo, ritual que hoy es una herencia más del México antiguo.