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#HerenciadelMéxicoAntiguo El Enojo de Malinalxóchitl

Carlos G. Alviso López
 

Un severo enfado, el miedo, la decepción y un trajinar que se pensaba no tendría fin, es la escénica de esta breve historia que les contaré: el enojo de Malinalxóchitl, que dio origen a un misterioso y paradisiaco lugar hoy conocido como Malinalco, en el Estado de México, sitio lleno de misticismo, perfecto para meditar, […]


Un severo enfado, el miedo, la decepción y un trajinar que se pensaba no tendría fin, es la escénica de esta breve historia que les contaré: el enojo de Malinalxóchitl, que dio origen a un misterioso y paradisiaco lugar hoy conocido como Malinalco, en el Estado de México, sitio lleno de misticismo, perfecto para meditar, relajarse y descansar.

Reza una vieja leyenda que Huitzilopochtli, al darse cuenta de los poderes de hechicería que tenía su hermana Malinalxóchitl (flor del zacate) decidió abandonarla cuando ésta dormía, al despertar y darse cuenta, ella enfureció demasiado.

La primera y única reacción que tuvo Malinalxóchitl fue caminar por un largo tiempo. Nuestros antiguos pensaban que jamás pararía, pero estaban equivocados, pues frenó sus pasos hasta que halló el paraje idóneo y ahí, en él, residir para siempre, al cual llamó Malinalco, “Lugar de la flor del zacate”.

Después del extenuante viaje, se instaló en las alturas del cerro de Los Ídolos donde actualmente se encuentra la zona arqueológica conocida como Cuautinchán, aquí se adoraba al Sol y para ello había ciertos utensilios sumamente sagrados como el huéhuetl o tambor ceremonial o el cuauhxicalli, recipiente que guardaba sangre humana como ofrenda.

Aún podemos visitar el imponente Cuauhcalli o Casa del Águila, edificación cuya fachada monolítica fue labrada en la misma piedra del cerro, durante la época del octavo huey tlatoani mexica Ahuizotl, hacia el año 1501 de nuestra era.

Este lugar fue, digámoslo así, un colegio militar de las huestes bélicas  mexicas, conocidas como guerreros o caballeros águila y tigre, ahí se entrenaban y sacrificaban con honores y orgullo venerando al Sol, En ese tiempo se creía que al anochecer, los guerreros protegerían a Tonatihú, el Sol, en su paso por el inframundo y así poder renacer cada día al amanecer.

La entrada del Cuauhcalli es una cabeza de serpiente y se tienen que bajar 13 escalones, en esa época, todo en su conjunto representaba la entrada al inframundo y sus 13 niveles, hoy una Herencia del México Antiguo.