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#Columna7 Una marcha más

Jorge Álvarez Colín
 

De nueva cuenta la gente marchó, acto de gran simbolismo y expresión popular que marca un precedente de lo que el poder no detendrá ni someterá. La capital de la Republica se vio inundada de personas diversos perfiles, intelectuales, obreros, estudiantes, organizaciones civiles, colectivos, empresarios, amas de casa, maestros, académicos, partidos políticos, tantos que sólo […]


De nueva cuenta la gente marchó, acto de gran simbolismo y expresión popular que marca un precedente de lo que el poder no detendrá ni someterá.

La capital de la Republica se vio inundada de personas diversos perfiles, intelectuales, obreros, estudiantes, organizaciones civiles, colectivos, empresarios, amas de casa, maestros, académicos, partidos políticos, tantos que sólo y simplemente no están de acuerdo con lo que pasa en el país, gente que tal vez nunca se había visto o que no hay relación alguna entre ellos, pero que existe una causa común, la ciudadanía se hizo presente con un objetivo claro, un mensaje de defensa y protección.

El ambiente de paz en que se desarrolló le cierra el paso a la violencia, no se repetirá aquel pasaje lamentable del 68, esas páginas de dolor y frustración que antes sólo dolían, hoy se vuelven motivación de los actos que en ejercicio de la libertad trazan líneas en la construcción de una nueva sociedad.

No hay manipulación y menos el argumento mal intencionado de que la gente defendería a García Luna, qué estupidez, ni al caso, por el contrario, la gente salió a defender muchas otras cosas de verdad importantes, entre ellas señalo; primero a la Constitución, ya que a ella es a quien se quiere pisotear al intentar ignorarla en el procedimiento de modificaciones, en particular para el caso del INE, marchó para legitimar sus derechos de libre expresión, a defender lo que ha abonado a la democracia del país, credibilidad y certidumbre, tomar el protagonismo cívico en la praxis democrática y un último, para exigir que se aplique la ley a quien sea y se deje de presionar a otros poderes. Alto a la intolerancia que alimenta el odio y maneja la necesidad y hambre, porque así conviene a un proyecto de manipulación y sometimiento.

Queremos un país libre, universal, con oportunidades, sin ataduras y con una visión clara de hacia dónde vamos. Es un hecho que esta marcha será una más de otras que vendrán, pues la práctica no tiene retorno y será protectora de las libertades que todos queremos mantener.