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#Columna7 Cuando falta una madre

Jorge Álvarez Colín
 

Ellas son; Principio, Camino y Destino. Casi siempre hablamos de lo que una madre es y significa en nuestras vidas, pero hoy en ausencia de la mía, trataré de describir lo que pasa cuando ellas te faltan. Cuando falta una madre, la vida se trastoca totalmente, la familia pierde rumbo, pues ella es la brújula […]


Ellas son; Principio, Camino y Destino.

Casi siempre hablamos de lo que una madre es y significa en nuestras vidas, pero hoy en ausencia de la mía, trataré de describir lo que pasa cuando ellas te faltan.

Cuando falta una madre, la vida se trastoca totalmente, la familia pierde rumbo, pues ella es la brújula que orienta, es el origen de la familia, la tierra que da pertenencia a la semilla.

Cuando ya no está una madre, el entorno de la casa se vuelve caos, la autoridad moral se confunde y en muchos casos se pierde, porque se marcha con ella.

En la ausencia de una madre, los proyectos del hogar y de la familia se debilitan, ella es constructora del futuro y visionaria de los sueños de todos, sin ella, el camino se vuelve solitario e inseguro.

Cuando una madre no está, los hijos se vuelven presa fácil del miedo y la desorientación.

Ella es quien educa como no lo hace la escuela, tolera y corrige sin titubeos, es destino, porque está siempre ahí, aguardando, esperando, consolando, motivando y acompañando su mejor creación, los hijos.

Cuando falta una madre, el padre vive también la orfandad, ya que él es cobijado con el consuelo y la comprensión, el amor se convierte en dolor y ausencia, su recuerdo se vuelve compañía, el tiempo le gana y se hace más pesado que cuando ella consolaba sus penas.

Cuando una madre no está, el vínculo de la unidad se debilita, se rompe el eslabón más fuerte, el más solidario y el más honesto.

Cuando una madre deja este mundo la vida queda incompleta, el luto invade lo que ella protegía, la bondad se extraña, la generosidad se olvida y el perdón nos pesa. 

Cuando falta una madre, la oración y las plegarias parecen que no son escuchadas, pues ellas, las madres, son nuestro contacto con Dios, así las creó y las convirtió en la  expresión de su amor y  fortaleza, las volvió personas confiables, seguras y les bendijo con la dicha de la maternidad que las hace inmortales y eternas.

Quien tenga consigo a su mamá, no espere a que falte para saber que es la mayor bendición humana.

¡¡Felicidades mamás!!

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