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Duarte, mal visto por los candidatos

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Los aspirantes a la gubernatura del Estado de México exigen la devolución del dinero de los veracruzanos y que se le castigue


Tras 13 días del inicio de la contienda electoral en el Estado de México, en un marco no sólo de propuestas, sino además de acusaciones y descalificaciones entre los contendientes por la gubernatura –como suele ser una práctica común durante los comicios hoy día–.
Algunos candidatos se han posicionado con cierto ímpetu, como es el caso de Juan Zepeda Hernández, actual contendiente por parte del Partido de la Revolución Democrática, quien a inicios de la campaña se le ubicaba con tan sólo 9 por ciento de preferencias de voto y hoy día creció en cincuenta por ciento, de acuerdo con lo que refiere en su campaña.
Por otra parte, vemos cómo parece desmoronarse la credibilidad del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que a pesar de todos sus esfuerzos quisiera retener el poder sobre la entidad que ha gobernado de forma histórica.
Su candidato, Alfredo del Mazo, quien lleva en su apellido la acusación de aquellos mexiquenses con memoria sobre el robo, corrupción, inseguridad y desigualdad que propagaron su padre y abuelo en la entidad y que, por ende, no quisieran refrendar una gubernatura a “los Del Mazo” a manera de feudo.
La credibilidad del Partido Revolucionario Institucional se pone en tela de juicio, aunque pareciera más atinado hablar de “telón de fondo” para sus actos durante los próximos comicios, ya que por si los apoyos federales entregados a diestra y siniestra, la compra y coacción del voto en el Edomex no fueran suficientes en estos días; se agregan actos que pretenden no sólo distraer, sino llevar la atención mediática sobre un par de “posibles aciertos” del Partido Revolucionario Institucional a nivel nacional e internacional.
Primer acto: La detención del exgobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington, la cual aconteció hace una semana en Italia. Y, segundo acto, la captura del exgobernador de Veracruz Javier Duarte, el sábado de gloria para los priistas –perdón– para los feligreses católicos.
Dos exgobernadores pertenecientes a “la nueva cara del PRI” que anunciara el presidente Enrique Peña Nieto al comenzar su sexenio con cierta satisfacción, y que hoy día son acusados de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita –en el caso de Tomás Yarrington–; mientras que a Javier Duarte se le inculpa de corrupción y saqueo, principalmente.
Su destape contra captura –de acuerdo al ojo con que se les mire– se presenta en el marco de una contienda electoral clave para reivindicar al PRI, como un partido que procura el bienestar y confianza de los ciudadanos con base en los aciertos; no obstante, raya en oportunismo mediático y frivolidad en su actuación, debido a que se presenta en plena contienda.
Nos resta preguntarnos: ¿Debemos agradecerle al PRI que este acto fuese presentado en la actual coyuntura y no hasta las próximas elecciones presidenciales?
O bien, ¿cuál será el próximo acto contra acierto que nos ofrecerá el Revolucionario Institucional en aras de un reencuentro con la credibilidad de los mexiquenses?