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¿De qué se trata?

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¡ Oh democracia, la democracia! El menos malo de todos los sistemas. Fue por la democracia que en 1852 el presidente de la Segunda República Francesa, Luis Napoleón Bonaparte, se convirtió en Napoleón III, el emperador. Fue por la democracia que Adolfo Hitler llegó a ser el canciller de Alemania. Y fue tanta la democracia […]


¡ Oh democracia, la democracia! El menos malo de todos los sistemas. Fue por la democracia que en 1852 el presidente de la Segunda República Francesa, Luis Napoleón Bonaparte, se convirtió en Napoleón III, el emperador.
Fue por la democracia que Adolfo Hitler llegó a ser el canciller de Alemania.
Y fue tanta la democracia que el Parlamento alemán reunido en pleno, renunció a su capacidad de legislar para darle al führer la capacidad constitucional de hacer leyes directas sin intromisiones, objeciones legales, ni vulgaridades del pueblo.
Estamos en un momento en el que es fácil observar que en muchos países hay aproximadamente entre 20 y 25 por cierto de la población que está enojada con sus gobernantes y con sus sistemas políticos.
Las sociedades ahora tiran piedras contra las urnas y lo hacen mediante el ejercicio de su voto con el fin de conseguir que los gobiernos no puedan gobernar.
Eso es un fenómeno nuevo y no se trata de la abstención, no se trata de taparse la nariz y creer que uno está eligiendo lo menos peor de todo lo malo que hay en la oferta, porque es ni más ni menos que la teoría simplista de usar el voto que permite el sistema para destruir al propio sistema.
En México tenemos una gran ventaja. El voto de la ira y el voto del odio tienen su propio candidato, y es el que ahora encabeza las encuestas.
Es más, así como en 1917 fuimos uno de los primeros países que incorporó a su Constitución –que recientemente celebró su primer centenario– los derechos civiles y sociales que después Stalin retomó en la Constitución de la Unión Soviética; también podríamos ser de los primeros países en los que no sólo hay 20 o 25 por ciento de la población irritada con su sistema de gobierno, sino que además podríamos lograr que el representante del voto de la ira gane las elecciones.
¿DE ESO SE TRATA?
Se trata de hablar con el pueblo, se trata de convencerlo, se trata de bajarle a la legítima frustración y desesperación social, se trata de ya no vender crucifijos frente a lo que es la mayor masacre de autoridad moral de todos los tiempos.
Se trata de aprovechar la oportunidad ante la crisis mundial, de crear sistemas de gobierno con valores propios. Se trata de no irnos por nuestra cuenta como si fuéramos Corea del Norte, sino que aprovechando que el presidente de Estados Unidos puede ofender todos los días desde el Despacho Oval a cualquier minoría de su país y saltarse todas las reglas, nosotros crear unas normas de respeto mutuo que terminen con el odio, la frustración y la ira.
@antonio_navalon