Capital Estado de México

Opinion

Unidos hacemos la fuerza

Por Gloria Díazgonzalez

Después de un breve descanso para restaurar los olanes de la Crinolina que ya se encontraban deshilachados, desteñidos y hasta malolientes de tanta zarandeada, los hemos recuperado y nuevamente estamos aquí para hacer comentarios sociales, culturales y de todo lo que se pueda para contactar a nuestros amables lectorcitos, los que nos han animado a regresar. Muchas gracias.

HOY, EL TEMA OBLIGADO ni más ni menos es el desastre ocasionado en nuestro bello, hermoso y mágico país a causa de los fenómenos naturales que han asolado varios estados de este “Cuerno de la abundancia” admirado y querido por propios y extraños.

Vemos a lo largo y ancho de la patria un desbordamiento de solidaridad hacia las miles de personas afectadas por tales acontecimientos; y eso sólo demuestra que estábamos aletargados, nada más ensimismados cada ser humano en sus necesidades personales; pero ante tal evento de magnitudes inesperadas, se ha formado un puño de ayuda que ha sorprendido al mundo entero. De verdad nos queremos todos con todos, no importa ni credos ni estatus social todos somos uno.

En este triste asunto de enojo de la naturaleza ha provocado también un enorme sentimiento de melancolía, al ver a tantas familias que perdieron su patrimonio, y algunos casos hasta familiares y amigos, es lo más desolador.

Pero así como hemos palpado la solidaridad de la sociedad civil en ayudar a quien lo requiere, a pesar de que se respira un silencio raro en el medio ambiente y se escucha un leve quejido en cada calle, en cada rincón; es muy satisfactorio constatar la presencia inmediata de nuestro joven presidente de la República Mexicana, Enrique Peña Nieto quien, enarbolando su profundo sentimiento patriótico, literalmente voló hacia los lugares más devastados para hacer sentir su interés y devoción por apoyar a sus compatriotas, a sus gobernados. Allí notamos que afloraron, en un presidente comprometido, que está lleno de emociones como cualquier ser humano, sus deseos de arropar y consolar a los mexicanos en desgracia.

También nos conmueve ver a muchos niños con sus ojitos redondos, redondos ante la sorpresa de los inesperados acontecimientos. Y supongo que todos, en sí, poco a poco nos iremos reponiendo de susto tan tremendo.

Debo aclarar que en los años que llevo de vida (ya suman algunos) nunca un jefe de la nación se había parado en los devastadores lugares de edificios caídos por los sismos. Llegaban sí, los ejecutivos de diferentes secretarías correspondientes, pero un presidente jamás. En los primeros momentos después del “temblorín” en Chiapas y Oaxaca apareció como un bálsamo de alivio Enrique Peña Nieto y parte de su gabinete. Allá en el Istmo de Tehuantepec hasta tomaron un color tostado en sus rostros por el intenso calor, tal como lo viven los istmeños. Su recorrido por esa zona ha sido incansable y por supuesto resuelto, a pesar de los malos que, como aves de rapiña, se apoderan de lo ajeno haciendo quedar mal a las autoridades.

Pero cuando ya íbamos de alivio y recuperando los miedos, “pácatelas”, la tierra se vuelve a enojar terriblemente y viene el otro movimiento que rompe la paz capitalina y otras entidades aledañas. Allí también el jefe máximo EPN, aparece y conjuntamente con gobernadores, secretarios y demás autoridades, se organizan a militares, marinos, sociedad civil para auxiliar a millones de damnificados. Qué bueno que países de todo el mundo quieren a México, y también envían su ayuda.

Seguimos recolectando cosas en los Centros de Acopio. Síiiii! requerimos mucho todavía. Fanfarrias para nuestro presidente de México, su gabinete y para qué más decir, todos los mexicanos. Para todos un abrazo fraterno y sigamos así unidos por siempre. ¡Viva México!

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