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Opinion

Puntos sobre las ÍES

@antonio_navalon

En estos tiempos en los que la ineficiencia, la corrupción y la inmoralidad imperan en nuestro país, el uso de la libertad de expresión para manifestar nuestras inconformidades va siendo cada vez más constante.

Esa función crítica es fundamental para la sanidad de las sociedades. Porque al final del día todos deberíamos ser hijos de aquella declaración de Thomas Jefferson en la que asegura que “si tuviera que decidir si debemos tener un gobierno sin periódicos o periódicos sin gobierno, no dudaría en preferir lo segundo”.

Pero cuando observamos a profundidad esa situación,  existe la sospecha de que aún hay datos que no hemos sabido apreciar.

Por ejemplo, el Tratado de Libre Comercio (TLC) sigue marcando nuestra vida, ya que fue uno de los eventos más importantes en los últimos 30 años de la historia de México.

Y a pesar de que los ciudadanos no hemos podido registrar los cambios que ha traído consigo, el TLC modernizó la economía mexicana e incrementó nuestras exportaciones.

Actualmente, considerando las cifras que perfilan el estatus comercial del país, creo que México tiene al menos dos razones por las que puede sentirse satisfecho.

En primera, tiene una Secretaría de Economía que va preparando el camino con diversos programas. Y, en segunda, a pesar de que Felipe Calderón preparó el Tratado de Asociación Transpacífico (TPP), fue con la llegada de Enrique Peña Nieto y de su secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, con la que se incorporó a nuestro país de manera más activa en el escenario del TPP.

Y es que, si México no toma un papel proactivo en la evolución del mundo en el que el Pacífico ya se posiciona como rector de la economía y Asia participa como el gran invitado, todo lo que nos dio el TLC con Norteamérica se lo podrían llevar los asiáticos en perjuicio de nuestros intereses.

En ocasiones es difícil explicar por qué si hay tantos aspectos que están mal, el Estado no colapsa. Y frente a esto reconozco que tenemos una cierta flojera mental, porque es más fácil seguir aguantando todo lo que nos hace daño, que proponer una solución y reconocer lo que está funcionando.

Desde el gobierno de Miguel de la Madrid, México reactivó su economía, lo que impulsó en 1994 el gran salto hacia adelante que representó la entrada en vigor del TLC.

Ahora esos antecedentes, las reformas del presente Gobierno y la capacidad que hemos desarrollado –en ciertos aspectos– para acompasar nuestros movimientos con los caminos hacia los que se dirige el mundo; son en parte algunas razones que explican los motivos por los que, a pesar de todo, México no se ha desintegrado.

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