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Madrazo, Colosio y Ruiz Massieu, oportunidades perdidas de priistas

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Por: Carlos Ramírez H Envalentonados de cara a la XXII asamblea nacional, los priistas de las bases se olvidaron de las tres oportunidades de autonomía política respecto del Presidente de la República, las tres por cierto terminadas en muertes violentas. Carlos A. Madrazo buscó la autonomía ante el presidente Díaz Ordaz, Luis Donaldo Colosio planteó en su discurso […]


Por: Carlos Ramírez H
Envalentonados de cara a la XXII asamblea nacional, los priistas de las bases se olvidaron de las tres oportunidades de autonomía política respecto del Presidente de la República, las tres por cierto terminadas en muertes violentas.
Carlos A. Madrazo buscó la autonomía ante el presidente Díaz Ordaz, Luis Donaldo Colosio planteó en su discurso del 6 de marzo el fin del priismo neoliberal de Salinas de Gortari y José Francisco Ruiz Massieu se enfilaba a construir la transición a la democracia.
El primero falleció en un sospechoso accidente de aviación y el segundo y el tercero fueron asesinados.
Lo grave de estos casos fue el hecho de que las bases priistas guardaron silencio cómplice, se sometieron al autoritarismo presidencialista y dejaron que el PRI quedara como peón de los juegos de poder de los presidentes Díaz Ordaz, Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo.
Los tres dirigentes priistas sacrificados planteaban la autonomía del PRI respecto de los intereses del Presidente de la República. Los tres buscaron la gran reforma del poder priista. Sin embargo, los tres no sólo fracasaron sino que los priistas los olvidaron. Hoy los líderes de la revuelta priista son los antes beneficiarios del dedazo: Ivonne Ortega, Ulises Ruiz, José Ramón Martel y, entre otros, César Augusto Santiago.
Entre los tres destaca la figura de Colosio, un economista cincelado por Salinas de Gortari para hacerlo su sucesor.
Como presidente del PRI, Colosio fue el encargado de operar la transformación del partido histórico de la Revolución Mexicana en el partido del neoliberalismo salinista transexenal. Ahí ganó Colosio la candidatura presidencial.
Sólo que Colosio se negó a ser el títere de Salinas. Como candidato, el sonorense redescubrió al PRI, revalidó su espacio de autonomía y buscó evitar que el PRI fuera el partido del mercado. En el fondo, Colosio quería crear un nuevo modelo político que conciliara el mercado con un Estado con responsabilidades sociales mínimas. El Estado salinista había optado por la autonomía social.
En su discurso del 6 de marzo se encuentran las tres propuestas de Colosio: reconstruir el proyecto social del PRI que había destruido el neoliberalismo salinista, rehacer al PRI y a los priistas como la base política del gobierno y regresarle responsabilidad social al Estado. Ello implicaba la peor pesadilla salinista: excluir a la tecnocracia. Colosio lo dijo en tres pronunciamientos:
1.- “No queremos candidatos que, al ser postulados, los primeros sorprendidos en conocer su supuesta militancia, seamos los propios priistas”, la premonición de José Antonio Meade rumbo al 2018.
2.- El México que vio Colosio —“yo veo un México…”— era el del saldo negativo del salinismo 1982-1994: pobreza, marginación y PIB de 2 por ciento promedio.
3.- “Yo me propongo encabezar un gobierno para responderle a todos los mexicanos. El cambio con rumbo y con responsabilidad no puede esperar”.
Ese cambio era el fin del neoliberalismo salinista.
El escenario estratégico de Colosio fue el PRI, frente a la militancia sin presencia del presidente Salinas de Gortari y como definición política de su gobierno. Sin embargo, dieciséis días después fue asesinado para interrumpir su proyecto y en su lugar llegó Ernesto Zedillo —el candidato de Joseph Marie Córdoba Montoya— a garantizar la continuidad neoliberal salinista.
Por eso la revaloración del PRI y de los priistas pasa por el rescate de Madrazo, Colosio y Ruiz Massieu. Pero lo que se ve hoy es una parodia de priistas en la lucha por cargos menores.
Política para dummies: La política es el arte de protestar contra todo, pero sumarse a todo.
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