CARLOS RAMÍREZ
http://indicadorpolitico.mx
@carlosramirezh
Engaño de independientes o
las dos tortas de Margarita
Si el espacio político de candidatos independientes se ha ido abriendo con muchos esfuerzos, para algunos parece que se trata sólo de un trámite sin convicciones: Margarita Zavala está buscando la candidatura presidencial para el 2018 dentro del PAN, pero si no la dejan competir con equidad se conformaría con ser independiente.
La noción de las candidaturas independientes es otra; no se trata de asumirla si los partidos no dejan espacios democráticos de competencia. Es decir, el carril de los independientes busca otra forma de hacer política, de buscar representación ciudadana y de ejercer la política para beneficio de ciudadanos.
Margarita Zavala —hasta ahora con buena imagen pero pronto cargará con el lastre del saldo negativo del sexenio de su esposo Felipe Calderón— parece no haber entendido que el carril de los independientes exige una nueva ética política y de poder, no el pragmatismo de usarla para correr fuera del PAN pero ya en el poder servir al panismo.
El movimiento de los independientes nació más como expectativa que como posibilidad real. La gestión gubernamental de Jaime Rodríguez El Bronco en el gobierno de Nuevo León ha tenido que soslayar su agenda ciudadana para negociar con los partidos; es decir, ha sido incapaz de construir nuevas formas de hacer política, escondido con esa falsa sinceridad de un vocabulario popular distractor lleno de frases consideradas groseras.
Margarita Zavala no parece querer una nueva ética política en función de los ciudadanos, sino sólo usarlos como escalón pragmático para su interés de llegar al poder presidencial. Si realmente busca representar una opción ciudadana, es hora de que renuncie al PAN, se declare ciudadana, diseñe una oferta de gobierno a favor de los ciudadanos y realice una campaña desde la sociedad.
Si no toma esa decisión de optar desde ahora entre el PAN o la ciudadanía, entonces estará jugando a la vieja política a la mexicana de engañar a los ciudadanos. El costo podría ser alto porque la ciudadanía ya no quiere pasar por los partidos pero tampoco desea que la vean, como dice una ciudadana sin sensibilidad política, como “un plato de segunda mesa”.
La opción de la independencia partidista no significa sólo correr sin partido en alguna competencia electoral, sino diseñar una propuesta de participación ciudadana directa en la política del poder. El problema actual de los independientes es que tienen que lidiar, contemporizar y hasta pactar —como El Bronco— con las estructuras, instituciones y protocolos del viejo régimen; es decir, llegar en nombre de la ciudadanía pero para servir a la partidocracia o quedarse en el vacío de resultados.
Las primeras cifras en encuestas señalan un 60% de ciudadanos sin partido pero interesados en política; a ellos tienen que construirles los independientes una opción organizada, no populistas de brazo alzado, con nuevas instituciones de participación directa en el poder. Llegar al poder como independiente para someterse a la partidocracia es una forma de engañar al electorado.
Margarita Zavala debe optar desde ahora por el camino partidista con los riesgos de la disciplina o por el sendero de la independencia; en ambas posiciones puede —o debe— ofertar ya una propuesta de gobierno, no navegar sólo con imagen. El tiempo político es corto. Si no lo hace, puede padecer el dilema popular del perro de las dos tortas que quiere quedarse con las dos y al final no le toca nada.
Política para dummies: La política es la especial habilidad para mantener el equilibrio mientras los demás se caen.