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Opinion

#HerenciadelMéxicoAntiguo Quetzalcóatl y los huesos de la humanidad

Carlos G. Alviso López

Cuando la oscuridad imperaba en la Tierra, pues estaba muy triste, casi agónica porque habían pasado ya varios intentos malogrados por crear a los hombres que la habitarían, hubo una reunión entre los dioses donde se decidió que habría que dar solución a perpetuar la vida de la gente en generaciones infinitas.

Quetzalcóatl bajaría al reino de los muertos, el Mictlán, para recolectar las osamentas de los antepasados y así, así continuar con la creación de la humanidad y dar vida, colorido y posteridad al mundo.

Era un gran reto el que tenía por delante la Serpiente Emplumada, no era nada fácil burlar al señor de los difuntos, mucho menos caminar por los senderos desolados de su reino y sortear todas aquellas trampas que seguramente acontecerían al notar su presencia.

Después de tanto reflexionarlo, Quetzalcóatl decidió firmemente convertirse en una hormiga por varios motivos, como tener el tamaño y aspecto que pasara desapercibido en el Mictlán, además de la fuerza suficiente para acarrear los huesos humanos.

La idea fue casi perfecta, dado que sin tanta espera llegó a donde estaban las calaveras, eran muchas, las tomó y salió corriendo de ahí, sin embargo, no todo salió a pedir de boca, pues Quetzalcóatl tropezó en una pequeña zanja, que fue sencilla pero eficaz treta que le preparó Mictlantecutli, ya en la salida del Mictlán, y con esto se revolvieron todos los huesos que llevaba consigo.

Los esqueletos fueron armados con huesos de una y otra osamenta, otros de la de allá y unos tantos de la calavera de acá, es por ello que dicen, que hay personas más altas o más bajitas que otras, es por ello que aseguran que somos flacos, gordos y que este desajuste óseo nos hace imperfectos y enfermizos.

Fue así que el existir de los hombres se pudo lograr con estas aventuradas decisiones de Quetzalcóatl, que hoy son herencia más del México antiguo.

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