Mayahuel, diosa del maguey, creadora del pulque y reina de la embriaguez, está relacionada con la creación de la vida, con la fertilidad de los campos, con lo simbólico del parto; a la par de Tonantzin, madre de todos los dioses o de Cihuacóatl, guiadora y protectora de las mujeres muertas en el parto.
En época de los mexicas, Mayahuel era representada en pinturas de color azul, portaba una penca de maguey, poseía una doble cuerda en la mano y en la otra, un malacate de algodón sin hilar, su cara… su cara tenía manchas amarillas.
Mayahuel, conocida también como la diosa de los 400 pechos, tenía como hijo a Centzon Totoctzin, o mejor dicho, los 400 conejos, a los que amamantaba, obviamente con pulque para darles esos nutrientes exclusivos que provienen de tierras mexicanas y que no solo fortalecen la salud, sino el alma y el espíritu.
Según el mito del Códice Borbónico, la diosa del Maguey tuvo un trágico existir, pues dicen, vivía en alguno de los nueve cielos con su terrible abuela, una Tzintzimitl, estrella que día a día trataba de impedir con rencor y coraje que el Sol naciera nuevamente.
Relatan que la hermosa Mayahuel huyó a escondidas con Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, para transformarse en ramas de un precioso árbol y de esa forma poderse amar sin perturbaciones, no obstante a su cautela, la abuela, sí, la tzintzimitl, los descubrió y como emisarias asesinas mandó a las tzintzimime.
Ante este trágico suceso, Quetzalcóatl logró sobrevivir, sin embargo, Mayahuel murió carcomida por las estrellas malignas. La Serpiente Emplumada recogió su cadáver y lo enterró con profundo dolor.
Cuál sería su sorpresa, tiempo después se dio cuenta que de los restos mortuorios de su amada Mayahuel había nacido la primera planta de Maguey, de la cual hasta nuestros días se produce el pulque, bebida destinada a saciar a los dioses, ofrendada en los distintos rituales que requerían de esa, la bebida de reyes, hoy una herencia más del México antiguo.
