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El reto de la democracia

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La Coyuntura


Estamos viviendo una circunstancia inédita del ejercicio político mexicano. No me atrevería a festinar el hecho de que ahora tengamos más de 40 precandidatos a la Presidencia de la República, y que el independentismo sea la bandera más socorrida para aquellos que pocas oportunidades recibieron de los partidos, a pesar de tantos años de militancia política, o que las ansias locas de acceder a un encargo de ejercicio del Poder Ejecutivo o un cargo de representación popular sea ahora la constante.
Las eficaces instituciones de que alguna vez nos vanagloriamos los mexicanos entraron en la obsolescencia y tenemos que renovarlas. Pero tampoco sé si este exceso de apertura sean los nuevos cimientos que requieren para colocarse a la exigencia de los tiempos, o estaremos pecando de un exceso de optimismo y la consecuencia sea una severa cruda por la posibilidad de una democracia fallida. Pero también hay que reconocer que no tenemos otro camino más que intentarlo.
Qué bueno que los mexicanos estemos dispuestos a experimentar avances que pudieran fortalecer nuestro endeble sistema electoral, y qué bueno que la copiosa inscripción de hombres y mujeres que aspiran a llegar a la Presidencia de la República sea la mejor muestra del hastío provocado por las cúpulas de esos partidos políticos que, para desgracia nuestra, han funcionado más como agencias de colocación y fuentes de enriquecimiento personal, antes que eficientes formadores de valores políticos.
Mucho tiempo marginamos a las mujeres de la toma de decisiones, pero por desgracia aquellas que se encumbraron han dado muestra de que son tanto o peores que esos sujetos que vislumbran a la política como la forma más fácil de adquisición de riqueza.Y lo digo por las cosas que ha venido ocultando quien por ahora lidera al Partido de la Revolución Democrática, y cuya fortuna asciende ahora a cerca de cincuenta millones. A ver cómo explica y justifica utilidades anuales superiores a cinco millones de pesos.
Los nuevos retos de esta etapa de apertura democrática implican el establecimientos de mecanismos de rendición de cuentas más estrictos porque en esta feria de candidaturas no faltarán aquellos o aquellas que pretendan repetir historias de éxito económico con base en la disposición de caudales aportados por los contribuyentes para el sostenimiento del aparato burocrático del Estado. Observar que alguien se autodenominó “el siervo de México” despertó en mí más conmiseración que consideración.
Los mexicanos asumiremos con responsabilidad cualquier exceso que provoque esta nueva etapa de apertura democrática antes que seguir manteniendo los mismos estándares decorrupción y de impunidad de un régimen que se avisora agotado y de urgente renovación, y antes que suprimir oportunidades a la gente. Creo que cualquier resultado que obtengamos provocará menos daño del que nos han causado las clases pudientes asociadas con gobernantes ineficientes carentes de probidad y de pulcritud. Al tiempo.
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