Capital Estado de México

Opinion

#Dobleces La oficina del terror

(Segunda y última parte)

A los problemas de hostigamiento hacia los trabajadores y decisiones erróneas tomadas en la Tercera Visitaduría, de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, encabezada por Hilda Téllez Lino, se suman una serie de excesos, los cuales rayan en algo llamado: “turismo penitenciario” por parte de la plana mayor de la oficina de Téllez Lino.

Colaboradores y trabajadores de la Tercera Visitaduría llaman “turismo penitenciario” a una actividad hecha por los funcionarios de alto nivel de la visitaduría ya que a dos años de que Téllez Lino y su equipo asumieran la visitaduría, su labor ha sido pobre. Existen comisiones estatales de derechos humanos que niegan el apoyo, derivado de la falta de puentes con éstas. Las personas privadas de la libertad ven en la CNDH un instrumento poco útil para su salvaguarda. Hay una evidente reticencia de las autoridades en los centros penitenciarios federales para permitir el acceso a prisioneros considerados “prioritarios”, lo cual viola la Ley Nacional de Ejecución Penal, sin embargo, ellas han asumido que no se debe de “buscar” el contacto con esa población, a menos que así lo instruyan o se les mandate a los visitadores, lo cual, claramente, vulnera derechos humanos de los presos.

Por ello es que se le señala a las directoras de llevar a cabo “turismo penitenciario”, ya que acuden a los lugares para publicitarlo por redes sociales, sin que exista un impacto de su trabajo. Llevan a algunos establecimientos a trabajadores para que “conozcan” una cárcel, cuando lo que se procura en las visitas es trabajo sustancial, no de “pasear” o “conocer” un lugar.

A esto se añade una marcada simulación en el aspecto administrativo ya que derivado de la “austeridad” cada ocasión que se realiza un viaje para llevar a cabo supervisiones, a los equipos, generalmente compuesto por tres personas, se les indica que solo puede documentar un solo integrante, el resto deben llevar maletas en cabina, esto se hace, supuestamente, con la intención de ahorrar. Sin embargo, cuando las directoras salen de comisión lo hacen acompañadas de cuatro o cinco funcionarios más —incondicionales—, a los cuales, en ocasiones, les homologan los viáticos, dado que el dinero para gastos es mayor para los puestos directivos que para los visitadores adjuntos. En esa lógica, la austeridad impuesta por la presidenta de la CNDH, Rosario Piedra, en su decálogo queda ignorado.

Otro funcionario de esa área, que ya se hizo parte del círculo de terror de Hilda Téllez Lino es Víctor Sánchez Rivas, a él lo mantiene en su puesto por “eficiente”, a pesar de que existen antecedentes, los cuales fueron expuestos ante la Hilda, de acoso sexual por parte de algunas trabajadoras. A la gente cercana de este director se les dieron puestos de mando, como subdirecciones.

En tanto, Patricia Orozco, directora del Área de Supervisión, ha generado un ambiente de confrontación y secrecía, ya que cooptó y favoreció a un grupo de trabajadores, leales, pero poco calificados, los cuales se encargan de generar rumores. Estos funcionarios han tenido señalamientos ante ellas, como con anteriores autoridades, de comentarios machistas, misóginos y homofóbicos.

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