Capital Estado de México

Opinion

Con singular alegría

Gilda Montaño

mail@capitaldemexico.com.mx

Y de pronto, todo estalló cuando unos muchachitos que alguna vez creyeron que serían maestros rurales –de la misma escuela de la que salió Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, (revolucionarios de pura cepa), que no sabían ni qué hacían ni a dónde se dirigían, ni por qué querían estropear una fiesta que ya había acabado,– robaron camiones para poder ir al aniversario del 2 de octubre. Por lo menos eso les dijeron que hicieran.

¿Sabrían los pobres qué había pasado en México ese día, o nada más les dijeron que armaran un zafarrancho y que siguieran instrucciones para destruir todo lo que estaba a su alcance? ¿De quién? De quien los mandó a robarse un camión de droga que iba para otro lado. Era una acción fríamente calculada, en donde por supuesto el Director de la Normal
estaba metido. Ese que no ha sacado la cabeza y que cuando le preguntan, pone cara de “yo no fui”. Miserable. Y  muchos policías, del tipo del que usted diga.

De pasada, tendrían que llegar a Iguala. Así desviaron su camino que era la Ciudad de México, se lanzaron al vacío y encontraron la muerte. Y 43 ayotzinapos abrieron la cloaca: en cada centímetro de Guerrero se han encontrado cadáveres sembrados.

Y si se sigue abriendo el país entero, allí estarán también muertos que no fueron incinerados y miles de desaparecidos. Qué tristeza de país.

Pero ¡cuidado! esto no se ha dado solo en esta administración de Peña.

Ha estado sucediendo desde hace muchos, muchos sexenios. Y se ha acrecentado en los últimos quince años. ¿Que qué ha pasado? Que es más fácil sembrar marihuana que café. O maíz, o trigo, o lo que usted se imagine.

Porque este pueblo se está muriendo de hambre. Este país lleno de jóvenes, 50 millones, de los cuales muchísimos están desempleados, tienen algo que hacer en la vida. Ahora son adiestrados para robar, matar y delinquir. Total… qué tanto es tantito. Esto lo ven como normal. Y por supuesto que estos pobres muchachos tan llenos de rabia, fueron usados. Pero ya son muchos los que están desaparecidos y los que han sido robados y usados.

¿Qué hacer? Que quienes ejercen esa gran misión que es educar, se ejerciten en el tema de valores y virtudes.

Salir de la versión móvil