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#Columna7 Marcha del Orgullo

Jorge Álvarez Colín
 

Una vez más marchó la comunidad LGBTTTIQ+, ciudades, municipios inclusive pueblos, se encontraron con manifestantes que expresaron de singular forma sus demandas, la vestimenta, los carros alegóricos, las bandas y grupos de música, los disfraces, las comparsas, en fin toda esa parafernalia exhibida, deja claro que la narrativa de estas personas demandantes y simpatizantes se […]


Una vez más marchó la comunidad LGBTTTIQ+, ciudades, municipios inclusive pueblos, se encontraron con manifestantes que expresaron de singular forma sus demandas, la vestimenta, los carros alegóricos, las bandas y grupos de música, los disfraces, las comparsas, en fin toda esa parafernalia exhibida, deja claro que la narrativa de estas personas demandantes y simpatizantes se muestran descontentas y en algunos casos ofendidas, porque sus exigencias se ven todavía insatisfechas.

Esta forma de mostrarse ha ido creciendo y se ha convertido en un gran escenario para mucha gente, quienes defienden una causa, los que la usan y algunos más que se aprovechan de ella, la primera vez que se hizo esta marcha en 1978, se podría decir que fue desdeñada e ignorada, pues en realidad fue una celebración del aniversario de la revolución cubana y en la cual algunos homosexuales aprovecharon el momento para expresarse, con los años, ante tantos cambios en el mundo, este movimiento ha encontrado en la sociedad una nueva forma de expresión, los medios masivos de comunicación han hecho que sean visibles, tanta gente famosa que ha manifestado sus preferencias sexuales, han servido de monitores y han logrado liderear este movimiento, convirtiéndose en una causa mundial que rebasa niveles sociales, económicos y culturales.

En torno a estos movimientos ha habido polémica, pues se llega a confundir qué es lo que se demanda, la aceptación de preferencias sexuales, la inclusión en las actividades socio políticas, el reconocimiento de su existencia dentro del lenguaje, una diferenciación de grupos, la clasificación de grupos, la pertenencia, asignación de roles, distinción o diversidad, la violencia, reconocimiento a la identidad, el matrimonio igualitario o la expresión de género.

Todos estos temas son meritorios de discutirse y se hace y se seguirá haciendo, pero creo que de lo que se trata en esencia, es de tres grandes valores; libertad, respeto y democracia.

En la medida que avancemos en estos conceptos, maduremos la visión y reconozcamos los derechos, estaremos mostrando que somos una sociedad en evolución y pensante.