Hace 50 años el Festival de Avándaro convocó a miles de jóvenes en una época en la que los estudiantes tenían coartados sus derechos de reunión, tránsito y expresión y habían pasado tres meses de la llamada Matanza del Jueves de Corpus.
El Festival se planeó como un evento automovilístico, habría música –rock-, el lugar era un pequeño pueblo del Estado de México y el objetivo era sacudirse un poco la opresión de los gobiernos.
El Festival de Avándaro fue un hito, con todo en contra para realizarse pues con las masacres de 1968 y el “halconazo” de 1971, en un entorno autoritario donde toda reunión de más de tres estudiantes era sospechosa.
El evento se celebró los días 11 y 12 de septiembre de 1971, un concierto que para muchos fue un escándalo, ya que durante el concierto se observaron escenas con personas paseando desnudas y bañándose en público, y jóvenes posando ante las cámaras con un carrujo encendido.
De aquel concierto, que para muchos es el culmen de las culturas jipiteca y de la onda en México, aún aparecen historias como la del romance entre Alex Lora y Chela, quienes se conocieron ahí.
El Festival de Rock y Ruedas, el cual era su nombre original, hoy es visto como un evento que marcó una época y que dejó la huella que atraviesa generaciones y que consolidó el llamado rock urbano, hizo posible el movimiento Rock en tu Idioma, que nos dio dos grupos tan emblemáticos.
Las repercusiones de lo sucedido el 11 y 12 de septiembre de 1971 aún son tema de discusión entre académicos y rockeros, lo que demuestra que Avándaro sigue vivo y vigente, y probablemente se hablará de él dentro de 50 años más.
“¡Qué bueno que fue! todo es preferible a que nunca hubiera existido, lo crucial de este capítulo es que nos brindó un legado tangible”, destacó Juan Gabriel Hernández, Profesor de Percusiones, Conjuntos Instrumentales y Música de Cámara en la Facultad de Música de la UNAM