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Refresco, adictivo para los mexicanos

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México es el campeón mundial en el consumo de bebidas azucaradas


El Instituto Nacional de Salud Pública reveló que las personas que consumen refrescos enfrentan riesgos de hasta 80 por ciento de padecer obesidad y diabetes.
Asimismo, los niños que ingieren este tipo de bebidas tienen 2.4 veces más probabilidades de padecer sobrepeso u obesidad que aquellos que no lo hacen.
Estos padecimientos representan uno de los problemas más severos de salud pública, así lo dijo el secretario de Salud, José Narro, quien informó que en los próximos días se cumplirá un año de la Declaratoria de Emergencia por Sobrepeso, Obesidad y Diabetes.
El funcionario federal resaltó la necesidad de prevenir estos padecimientos con estilos de vida sanos.
En tanto, la nutrióloga de la Secretaría de Salud, Sigrid Pimentel Martín, alertó que es recomendable evitar el consumo de bebidas gaseosas o azucaradas por los efectos negativos en la salud.
La especialista destacó que México es uno de los mayores consumidores de refrescos en el mundo, ya que en promedio una persona toma 163 litros al año.
Apuntó que esta es la principal razón por la que la población infantil padece sobrepeso, por lo que deben sustituirse este tipo de bebidas por agua simple, o bien agua fresca de frutas sin azúcar.
Pimentel Martín precisó que entre los efectos nocivos de consumir refrescos está que “incrementan el riesgo de sufrir osteoporosis debido a que poseen ácido fosfórico que impide la correcta absorción del calcio en los huesos”, además que los azúcares y ácidos que contienen, provocan deterioro de la dentadura y aumentan riesgo de sufrir caries”.
Asimismo, “son adictivos debido a su alto contenido en azucares y edulcorantes que hacen que aumente el apetito por lo dulce; son causantes de cálculos renales debido al contenido en oxalatos; implican un elevado gasto económico, por lo que se recomienda el consumo de agua natural”.
Resaltó que las sustancias químicas, así como la gran concentración de azúcar y el PH ácido que contienen puede generar gastritis u otras alteraciones digestivas.
Además, no aportan nutrientes indispensables, sólo calorías vacías; el benzoato de sodio que contiene el refresco puede provocar asma y urticaria.
La experta resaltó que las latas de aluminio contienen BPA, un químico cancerígeno que debilita el sistema endocrino, el cual regula funciones del organismo como el estado de ánimo, el crecimiento, la función de los tejidos y el metabolismo, además puede causar pubertad prematura.
También, “facilita el desarrollo de sobrepeso y obesidad, que a su vez desencadenan enfermedades crónico degenerativas como la diabetes e hipertensión”, finalizó.
Por su lado, la especialista en nutrición clínica, Pamela Páez, resaltó que en cuanto en las bebidas azucaradas su consumo recomendable oscila entre cero y dos vasos de refresco, agua con vitaminas o bebidas energizantes, entre otras.
Asegura que los refrescos no se recomiendan en la dieta diaria por su alto número de calorías y nulo beneficio nutricional.
Sin embargo, si se llega a consumir es preferible que éste sea esporádicamente y no debe de ser mayor a 250 mililitros, además de que no se recomienda tomarlo a niños de cero a 12 años.
En cuanto al consumo de bebidas rehidratantes, expresó que solamente se recomienda al deportista de alto rendimiento por su contenido de sodio, cloruro y potasio, mientras que el alcohol sólo debe ingerirse en cantidades moderadas, pues únicamente de esa forma redunda en beneficios a la salud.
En tanto, ambas especialistas coinciden en que el consumo de agua es imprescindible para el cuerpo, pero éste debe de llevarse de manera responsable, pues trae múltiples beneficios a la salud o perjuicios si se consume en menores cantidades o en demasía.
Medidas extremas
En enero de 2014, en el país se puso en marcha un impuesto de 10 por ciento al consumo de refrescos que al parecer cambia algunos hábitos alimenticios del país.
Un estudio reveló que en los primeros dos años de vigencia del impuesto a los refrescos, bajó el consumo, ya que en el año que se inicio la compra de estas bebidas cayó 5.5 por ciento comparada con el año anterior.
Y en 2015 se presentó una reducción de 9.7 por ciento frente a lo que había sido el consumo en 2013, el último año antes de que entrara el gravamen.