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Orina, combustible ecológico del futuro

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Un investigador mexicano encontró la manera de generar biogás y energía a partir de los desechos del cuerpo humano


A finales de 2006, Gabriel asistió a una fiesta en el norte del país. Como es costumbre en la región, prepararon una carne asada y tenían cervezas y refresco para acompa- ñarla. Con el paso de los minutos, su cuerpo le pidió vaciar parte del líquido que había consumido. Fue a orinar. Ahí, de pie, en ese momento se le ocurrió la idea que cambió su vida y que colocó su nombre en la mira internacional.
“Podemos usar la orina para crear energía”, pensó antes de salir del baño. Regresó al festejo, pero en su mente la idea no dejaba de dar vueltas. Al día siguiente realizó un experimento en un frasco con orina con el propósito de encontrar el hidrógeno que permitiera generar biogás y éste, a su vez, energía eléctrica. ¡Eureka! El resultado fue positivo.
En ese entonces, el joven investigador de la Universidad Estatal de Sonora (UES) apenas comenzaba a acercarse al tema. Dos años después ya tenía un prototipo más avanzado. Había diseñado una celda de combustible –una especie de caja transparente– en la que es posible provocar electrólisis; es decir, separar las moléculas de oxígeno en la orina, a fin de generar biogás con las de hidrógeno.
Eso le permitió manejar de mejor manera el biocombustible y utilizarlo para hacer funcionar una estufa pequeña.
Desde entonces, creó dos o tres prototipos distintos por año, siempre inspirado en la innovación tecnológica, en los problemas que su modelo podía resolver y en los beneficios a mediano y largo plazos que podría generar. Poco a poco perfeccionó el mecanismo, y atrajo la atención de varias universidades del mundo.
“Nos dimos cuenta de que era viable, sobre todo en las comunidades rurales a las que no les llega el gas natural o el LP, o que incluso no cuentan con servicio de energía eléctrica” comentó el investigador sonorense.
El proyecto resulta atractivo dado que la orina es un desecho que los seres humanos generamos diariamente. Sin embargo, no lo hemos sabido utilizar. Todos los días tiramos al desagüe litros y litros de líquido que podría ahorramos la factura mensual de luz y de gas.
El investigador, nacido en San Luis Río Colorado, Sonora, todavía plantea retos en su investigación. Apuesta por un uso y un aprovechamiento mayor de su modelo.
Están por lanzar un plan piloto en la UES, el cual consiste en producir, sólo con orina, la energía eléctrica suficiente para alimentar un edificio de tres plantas que cuente con 11 aulas, dos oficinas, dos baños y una cafetería.
“El primero en el mundo. Los desechos líquidos de los baños serían suficientes para que funcione la red eléctrica de las aulas, oficinas y las estufas de la cafetería.
Lo que no podemos asegurar aún es el abasto por completo del aire acondicionado, pero estamos trabajando en ello”, comentó.
A pesar de que se ha mostrado la viabilidad del proyecto en varias ocasiones y la patente está lista desde 2013, todavía debe pasar por ciertas normas de calidad y seguridad para su uso comercial y, sobre todo, obtener los recursos con qué cubrir su financiamiento, unos siete millones de pesos para contar con una nave industrial, la materia prima y la maquinaria necesaria para su funcionamiento, calcula el investigador.
Incluso piensa a largo plazo y proyecta que si el modelo es aceptado y continúa en desarrollo, podría utilizarse en los autos y con eso reducir las emisiones de dióxido de carbono, así como los efectos del cambio climático