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Una vergüenza nacional

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Ahora tenemos dos exgobernadores prófugos de la justicia, Javier Duarte y Guillermo Padrés.


Espero y deseo que las acusaciones de corrupción que se les han imputado a diferentes gobernadores y exgobernadores de nuestro país estén bien fundamentadas.

Porque ahora como si no fuera suficiente con el lastre que significa para nosotros la gran cantidad de fosas clandestinas encontradas en México, en las que yacen tantas víctimas desconocidas, o con la violencia que llena de terror nuestra vida diaria; tenemos que lidiar con un nuevo problema.

Y es que, en este momento somos presa de la nueva plaga de ser noticia en el mundo, porque ahora tenemos dos exgobernadores prófugos de la justicia, Javier Duarte y Guillermo Padrés, tomando en cuenta que este último ya es perseguido por la Interpol. Situación que nos inunda en una enorme vergüenza nacional.

¿Qué nos está pasando?¿Qué nos pasó?

Aunque ahora no me preocupa tanto que los detengan, sino el hecho de saber quién, cuándo y dónde se están comprobando y registrando los cargos que de verdad se les atribuyen.

Ya que es tan mala la impunidad que padecemos como la falta de información, de seriedad y de credibilidad en nuestras instituciones judiciales.

Mientras tanto como mexicanos esta situación nos obliga a ponernos en la lista negra y a recibir la parte de vergüenza que nos corresponde. Porque son pocos los países que en este momento están fichados por la Interpol ante casos de dirigentes políticos que abandonan su cargo y pasan del Palacio de Gobierno a la huida, y de la huida a la persecución por la policía internacional.

Sin duda, tenemos muchos problemas, pero lo verdaderamente importante es que debemos de ser capaces de tomárnoslo en serio.

Puesto que hubo un momento que en el país las cosas se podían hacer por lo oscurito, hubo otro momento en el que las cosas se podían hacer fingiendo que las hacíamos, pero ahora la situación es totalmente diferente.

Porque estamos en un tiempo donde lo único que nos va a dar paz y tranquilidad es la seguridad jurídica y la certeza de que por una parte aquí el que la hace la paga, y por otra, que nuestra justicia no sólo es una prolongación de las campañas electorales al servicio de la coyuntura política del momento.

Pero que esto no se malentienda, porque no estoy diciendo que no es necesario perseguirlos, sino que cuando se da la orden de persecución quiero creer que alguien en algún lugar tiene bien construidos los expedientes para saber lo que está haciendo y hacerlo bien, ya que de lo contrario eso implicaría más vergüenza colectiva para nosotros los mexicanos.