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Puntos sobre las ÍES

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Una nueva relación sindical


Cuando se establecieron los grandes cambios en México para dejar de ser una economía autárquica, que se miraba el ombligo y que nacionalizaba desde las fábricas de bicicletas hasta los cabarets, tuvimos que salvar algunas cosas pero también sacrificar otras tantas.

Por eso, desde el mandato del antiguo presidente Miguel de la Madrid, en la década de los ochenta, hemos adecuado y colocado una y otra vez al cambio social conforme a una serie de pasos forzados que sólo condenan a México al anacronismo.

Y es que, resolvimos el cambio de las monedas, la liberación de los mercados, el libre tránsito de las mercancías e inclusive la agenda de los derechos humanos, a pesar de que México sigue siendo un país que se caracteriza por proclamar y promulgar leyes que nunca cumplirá.

Sin embargo, dejamos como un resquicio del pasado y como un recuerdo de lo que fuimos o de lo que nos hubiera gustado ser, a todo nuestro sistema sindical.

Porque en muchas ocasiones los sindicatos dejaron de ser un instrumento de bienestar social para convertirse en la Cosa Nostra de cada uno de los dirigentes.

Por su parte, los gobiernos llegaron a la determinación de que les resultaba más barato no tener que cargar con la oposición formal sindical que reprimir las manifestaciones populares contra los movimientos de liberación económica.

En ese sentido, aquí y ahora, es momento de decir la verdad, porque el país no tendrá ningún futuro si no cambia su relación con los sindicatos, y para lograrlo lo primero que se debe hacer es cambiar la dirigencia.

Puesto que si no se da el siguiente paso y no somos capaces de ver a Carlos Romero Deschamps –secretario general del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM)– a Eduardo Tena Flores -secretario general del Sindicato Único de Trabajadores de la Universidad Michoacana (SUEUM)– y a otros tantos como vestigios del pasado, sencillamente México dejará de existir.

En ese contexto, creo que ahora en una situación en la que por fin los maestros –los grandes cómplices del establecimiento del control político del país– están cumpliendo con la ley; el Gobierno Federal y los gobiernos estatales deberían procurar que los líderes sindicales contribuyan de manera positiva al país y no sólo lo hagan en beneficio de su bolsillo, de sus familias y de sus intereses.

Y además, esperemos que el joven aspirante a Presidente no se equivoque, porque si Aurelio Nuño fracasa en su encomienda para controlar a los sindicatos de la educación, eso nos podría condenar a vivir sumergidos por muchos años en el subdesarrollo.

Antonio Navalón
@antonio_navalon