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Ni el novenario aguantaron

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Pues de plano no se esperaron a que se enfriara el occiso y la revuelta en el PRI ya va en franca subida. Están los que quieren sangre, a como dé lugar, los que culpan a la primera o lo primero que pase enfrente de ellos, los que disfrazan sus ansias de apoderarse del Instituto […]


Pues de plano no se esperaron a que se enfriara el occiso y la revuelta en el PRI ya va en franca subida.
Están los que quieren sangre, a como dé lugar, los que culpan a la primera o lo primero que pase enfrente de ellos, los que disfrazan sus ansias de apoderarse del Instituto Político, a los que les urge el deslinde y los muy pocos que sangran por esa profunda y gran herida que les dejó el 1 de julio…
Ni el novenario aguantaron para encontrar responsables de este gran baile que les pusieron y, por supuesto, señalarlos como los únicos responsables. Puede que sí, pero también que no, mientras existan dos versiones o más lo único palpable es la urgencia por hacerse de las pocas columnas que quedaron en pie.
Hoy muchos se asumen como liberales y luchadores, pero no hace mucho mansamente decían que sí a todo. Levantan la cabeza y orgullosos también dicen contar con la fórmula necesaria para resurgir no en seis ni en 12 años, sino en menos de lo que canta un gallo…Argumentos, después de la “friega” que les acomodaron sobran y seguirán saliendo, pero ¿qué hay de aquellos que participaron “activamente” dejando a otros decidir, aceptando todo, aunque fuera una equivocación, simulando que estaban de acuerdo y una vez se daban la vuelta despotricaban por decisiones; qué hay de aquellos que abandonaron todo a medio camino?…Pues sólo ellos lo sabrán, los mismos que hicieron catarsis por más de siete horas y siguen, tratando de encontrar dónde está el punto de quiebre; lo que falló; lo que no debió y lo que debieron hacer…
La respuesta no requiere de ecuaciones complicadas o razonamientos dignos de ser analizados por Freud, es más simple, basta abrir los ojos y escuchar a quienes se fletan en las calles, a quienes sí llevan los colores tatuados y trabajan convenciendo, no fingiendo, a los de abajo pues…Ellos y ellas no culpan a la noche, no culpan a la playa y tampoco a la lluvia, menos se esconden para decir las cosas, lo dicen claro y fuerte; les ganó la soberbia…Cierro pico. Shalom.