Por José Reveles
Tarea nada fácil, pero hay que intentar rescatar agujas de propuestas entre el denso pajar de los ataques que ocupó el mayor tiempo en el primer debate de los aspirantes a la Presidencia de la República este domingo.
Ricardo Anaya se pronunció por una fiscalía autónoma e independiente e insistió en que es más importante desmantelar a las organizaciones delincuenciales que solamente descabezarlas, en alusión a las políticas de seguridad malogradas de los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, generadoras de más de un millón de víctimas ciudadanas.
José Antonio Meade aludió a la impunidad que significa el no castigo de 98 por ciento de los dos millones de delitos que se cometen anualmente en el país, a la necesidad de un código penal único y defendió la Ley de Seguridad Interior para dar certeza jurídica a la actuación de las Fuerzas Armadas. Para el candidato oficial, la despenalización del consumo de marihuana no es sino una visión parcial del problema de las drogas y la violencia que genera su producción y tráfico.
Margarita Zavala se propondría mejorar a las policías y dotarlas de las tecnologías más avanzadas. Hay que eliminar la violencia por la vía de fomentar los valores en la gente. Centró su negativa tajante a la amnistía que habría propuesto Andrés Manuel López Obrador para los delincuentes, los cuales deben estar en las cárceles, dijo.
Andrés Manuel fue el único que atribuyó el incremento de la inseguridad y la violencia a la falta de oportunidades de los jóvenes. México se ha convertido en una fábrica de pobres debido a la incapacidad de sus gobernantes. Cuatro millones de nuevos pobres en ocho años, 500 mil por año, es el resultado de un mal manejo de la economía. No supo explicar con nitidez en qué consistiría la amnistía que ofreció para muchos que están en las cárceles sin ser grandes criminales. Amnistía no es impunidad, señaló y ofreció que un equipo de expertos, y hasta el papa Francisco, serán invitados a opinar cómo se dará esa todavía confusa amnistía.
“El Bronco2”, Jaime Rodríguez Calderón sorprendió cuando propuso mocharle la mano a los funcionarios corruptos. Una de las conductoras del debate, Azucena Uresti, preguntó si lo decía en sentido figurado y el exgobernador de Nuevo León reiteró que habría que cortar físicamente las manos a los corruptos. Una especie de “populismo penal” de quien criticó a los populistas “que regalan el dinero de los que sí trabajamos”. También habló de contratar a los mejores para aplicar inteligencia y tecnología contra el crimen.
“El pueblo pone y el pueblo quita”, reiteró López Obrador al anunciar que promoverá una reforma constitucional para que se permita la revocación del mandato, mediante plebiscito cada dos años.
“En mi gobierno no habrá estafas maestras, ni moches, ni ligas ni escándalos, ni naves industriales”, enumeró José Antonio Meade, agrupando en una frase algunos de los más famosos temas de la corrupción. “Quien cometa corrupción nunca más podrá volver a trabajar en el gobierno”, prometió Ricardo Anaya.
Margarita Zavala: “seré implacable contra los corruptos; quiero que tu gobierno no te dé vergüenza”.
Jaime Rodríguez Calderón presumió de haber llevado ante la justicia al exgobernador de Nuevo León Rodrigo Medina y sometido a proceso a 29 funcionarios más, “pero todos andan con un amparo bajo el brazo”.
El formato no permitía explayarse a los candidatos. Aunque ellos sólo buscaban arrinconar y denostar al puntero en las encuestas.