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Los dos PRI

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Por: Vladimir Galeana Sin lugar a dudas, existen dos versiones del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Y no es una invención de alguno de los militantes resentidos o de los encumbrados de otros tiempos que no se han podido reinsertar en los favores de las clases dirigentes. Pero tampoco producto de la elucubración que realizan muchos encumbrados […]


Por: Vladimir Galeana
Sin lugar a dudas, existen dos versiones del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Y no es una invención de alguno de los militantes resentidos o de los encumbrados de otros tiempos que no se han podido reinsertar en los favores de las clases dirigentes. Pero tampoco producto de la elucubración que realizan muchos encumbrados del pasado pretendiendo regresar a disfrutar las mieles del poder. Es la realidad que se ha presentado desde hace algunos años.
También es preciso señalar que estas dos versiones del PRI pudieran terminar en una confrontación que los alejaría de la posibilidad de alcanzar el triunfo en la elección presidencial de 2018.
Si acudimos a la historia del trayecto ideológico tricolor podríamos señalar que ha transitado desde la izquierda recalcitrante hasta la extrema derecha sin perder esa identidad planeada utilizando los colores de la bandera. Alguna vez, las oposiciones intentaron combatir esa circunstancia, pero nunca pudieron alcanzar su propósito.
Hoy el partido surgido de los movimientos sociales posteriores a la etapa conocida como la Revolución Mexicana, y por la clara visión de Plutarco Elías Calles, que permitió mantener un sistema político unificador de las fuerzas dispersas en facciones pequeñas y regionales, está inmerso en una nueva crisis de credibilidad a causa de los desatinos gubernamentales que hace diecisiete años lo llevara a la derrota. Fueron dos sexenios los que bastaron para reunificarse y volver a la senda del triunfo.
El problema es que nunca supieron definir cuál era el marco ideológico por el que transitaría el gobierno de Enrique Peña Nieto después de la elección del 2012. Para decirlo de otra forma, nuevamente el partido se tuvo que plegar a los designios del gobernante en turno, abandonando cualquier vestigio del proyecto social que le dio nacimiento y formación. Hoy el PRI está situado, sin lugar a dudas, en la extrema derecha del espectro ideológico.
El problema es que sigue sin detentar una identidad que le permita reorganizarse y rehacer un proyecto de gobierno distinto y que cubra las aspiraciones de esa parte de los mexicanos que le han apoyado. Por desgracia, los militantes observan la formación y conformación de dos partidos distintos. Uno es el que visualiza el presidente del Comité Ejecutivo Nacional, Enrique Ochoa, y otro el que los militantes piensan que todavía está vigente.
El señor Ochoa tiene una visión diametralmente opuesta a la de los militantes. El prefiere las viejas prácticas del corporativismo y la utilización de las decisiones verticales, es decir, que la línea venga de arriba. Los militantes quieren un partido donde ellos formen parte de la decisión de quién debe ser el abanderado para la elección presidencial del 2018. Para decirlo de otra forma, el PRI de Enrique Ochoa obedecerá la instrucción presidencial, el de los militantes intentará la realización de un proceso interno para determinar quién los abanderará. ¿Cuál de los dos PRI triunfará? De eso depende que gane o que pierda. Al tiempo.
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