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La otra visita

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Por: Vladimir Galeana/La Coyuntura


La entrevista que en su momento tuviera el presidente Enrique Peña Nieto con el candidato republicano Donald Trump en México, le generó enconadas críticas y un profundo enojo a Barack Obama. Eso provocó que Hilary Clinton cancelara cualquier posibilidad de venir, pero sobre todo, por la falta de cuidado en la forma que organizaron el espectáculo para que el ahora presidente se luciera. Los efectos colaterales fueron la renuncia de la titular de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, quien en un acto de congruencia decidió dejar el encargo porque nunca fue consultada de las gestiones que realizó por “uñeta” propia el entonces titular de Hacienda, Luis Videgaray Caso. Enterarse por la vía de la embajadora Roberta Jacobson, quien le anunció la instrucción del Departamento de Estado de enfriar las relaciones bilaterales a causa del desaguisado, le motivó a colocar por encima de todo su dignidad personal.
Ayer el titular de Gobernación mantuvo una conversación telefónica con el secretario de Seguridad Interna de Estados Unidos, John F. Kelly, y antes de que algún medio consiguiera la versión estenográfica, fue la propia dependencia quien lanzó un comunicado describiendo el intercambio de puntos de vista sobre la agenda bilateral que comparten. La plática versó sobre los avances logrados entre ambos países para garantizar la seguridad y bienestar de los ciudadanos en ambos lados de la frontera.
Urge encontrar un mecanismo que amaine la determinación de Estados Unidos de expatriar en masa a nuestros paisanos porque lo principal es evitar una tragedia humanitaria, y tenemos que reconocer que no contamos con los elementos suficientes para reinsertarlos en el mercado laboral.
Lo que más nos conviene es mantener canales de comunicación ágiles y precisos como el que está construyendo el señor Osorio Chong. Pero también hay que señalar que necesitamos que sea el canciller Luis Videgaray quien tenga que asumir su responsabilidad, porque fue quien inició el desaguisado que tanto nos ha preocupado. Es preciso aclarar que ser amigo del yerno del señor Trump no garantiza que la repatriación de nuestros connacionales sea realizada de forma gradual.
La esperanza de un país de más de 125 millones de mexicanos no debe estar en las manos de quien en uno de sus excesos nos metió en un problema, y no somos nosotros quienes le depositamos nuestra confianza, sino aquel que lo contrató y ante quien tiene que responder por las consecuencias de sus actos. El problema es que quienes siempre salimos perdiendo somos los contribuyentes. Al tiempo