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Fin del TLC, paradigma neoliberal, PRI 2018 y modelo Peña Nieto 2012

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Carlos Ramírez H Si bien el reloj de la historia no tiene caminos de regreso, la terminación anticipada del tratado de libre comercio trilateral retrocede a México a 1994 en el que ese acuerdo comercial era el remache y pivote para la consolidación del modelo neoliberal de desarrollo que había comenzado en 1980 con el Plan Global de […]


Carlos Ramírez H
Si bien el reloj de la historia no tiene caminos de regreso, la terminación anticipada del tratado de libre comercio trilateral retrocede a México a 1994 en el que ese acuerdo comercial era el remache y pivote para la consolidación del modelo neoliberal de desarrollo que había comenzado en 1980 con el Plan Global de Desarrollo y que tendría su punto óptimo con la sucesión presidencial de 1994.
Las sucesiones tecnocráticas terminaron y en 2000 y 2006 el PAN ganó la presidencia. Y el 2012 abrió nuevas formas sucesorias en la élite priista.
El estilo político de Peña Nieto puede ser hoy una variable sucesoria a considerar: fue político en 2012, carecía de conocimiento técnico de la economía, como político pudo negociar el Pacto por México con el PAN y el PRD para reformas estructurales neoliberales y su habilidad política le ha permitido ejercer un poder real muy superior a la contabilidad electoral del PRI.
Si bien el país quedará urgido –sin TLC o con uno menguado por Trump– de un nuevo modelo de desarrollo, lo peor que le puede pasar a las élites priistas es que supongan la necesidad de un economista como candidato. El modelo económico del tratado fue diseñado por dos políticos –Carlos Salinas de Gortari y Manuel Camacho Solís– y operado en la práctica por economistas: Zedillo, Francisco Gil Díaz con Fox, Agustín Carstens con Calderón y Luis Videgaray con Peña Nieto.
Si bien las relaciones de producción determinan las relaciones políticas y sociales, los liderazgos institucionales requieren de políticos para diseñar y echar a andar los modelos de desarrollo. López Portillo y De la Madrid fueron más políticos que economistas. Zedillo fue más economista que político y por ello perdió el control de los hilos políticos, no supo tomar la gestión del PRI y en términos reales nunca le importó la alternancia.
En este contexto, el efecto Trump-TLC va a requerir un mando político fuerte; Salinas diseñó el modelo neoliberal de desarrollo, pero la parte sustancial de su operación fue en el PRI: en 1987 echó fuera a los cardenistas, sustituyó los documentos básicos del PRI por el Plan Global de Desarrollo y el Plan Nacional de Desarrollo, suplió el Estado por el mercado y relevó las élites políticas por economistas.
Salinas construyó su candidatura presidencial desde la política, aunque su modelo fuera económico. Y desde la política preparó como sucesor a Luis Donaldo Colosio, pero el discurso del 6 de marzo fue asumido por salinistas como una traición al modelo económico porque ahí Colosio dejó entrever el regreso de los políticos al poder. El asesinato de Colosio le permitió a Salinas redireccionar el liderazgo del modelo económico con el tecnócrata de Zedillo. Y los tecnócratas se apoderaron del equipo económico de los panistas Fox y Calderón y el priista Peña Nieto, demostrando que ya no se requería el poder presidencial para garantizar la aplicación del modelo neoliberal de desarrollo.
Para el 2018, el desafío para Peña Nieto y el PRI estaría planteando un perfil político del candidato y no el de técnico de las cifras y modelos matemáticos, y más con las nuevas circunstancias: 17 por ciento de votos para el PRI, sólo cinco millones de militantes y necesidad de cuando menos 15 millones de votos para ganar la Presidencia.
En un modelo económico sin opciones, el camino neoliberal requerirá más política que economía.
Política para dummies: La política es el reino de las sorpresas que necesita de políticos preparados para los imponderables.
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