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Con singular alegría

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¿Hasta cuándo los miserables vándalos malvivientes encapuchados –que ni siquiera saben por qué están allí ni qué quieren– tendrán secuestrados a los mexicanos? ¿Esta es la respuesta de lo que queda de las alas de izquierda de este mi país? Qué triste. Ahora no solo son los integrantes de la delincuencia organizada los que nos tienen en jake. Son los miles de enfermos y encabritados hombrecitos a los que se les hace más fácil echarles la culpa a las autoridades de lo que les pasa. Vamos, esos que ni siquiera saben leer ni escribir: los estamos viendo por la televisión que los tiene documentados; los estamos escuchando, y no saben ni que dicen.

Esos son los que tienen secuestrados camiones, personas, tiendas, carreteras, ciudades: al país entero.

Pero ya parece que unos infelices malvivientes van a entrar a mi casa, a pintarrajearla, a romperla, a saquearla, a devastarla, a robarla, a ultrajarla, a desvalijarla y yo no voy a hacer nada.

¿Dónde están mis fortalezas y cuáles son mis debilidades? ¿A dónde están los límites de los seres humanos? ¿Hasta dónde van a llegar si se les sigue permitiendo todo? Vamos, desde el primero de diciembre de 2012 nos tienen en jake… y nadie hace hada.

¿Hasta cuándo van a entrar a Guerrero las fuerzas amadas a poner en orden y controlar a estos malvivientes que están destrozando casas, partidos, ayuntamientos, Casa de gobierno, Cámara, Tribunal, tiendas, todo? Me niego a pensar que son los maestros.

No pueden hacer esto quienes enseñan virtudes, valores, límites, e identidad a los mexicanos. Vándalos armados con palos, fierros, bombas molotov, que están destruyendo y atacando a todos. Pobre país el mío, el suyo, el nuestro.

Ya nos estamos acostumbrando a que diario maten a alguien. O que lo secuestren. O que aparezca colgado de un puente. O que ciudadanos tomen la justicia por sus propias manos: matando. O simplemente desplumando a los maestros que sí quieren enseñar.

Sanguinarios ya nos volvimos. Triste, deshonroso, desprestigiado, inaudito y viciado olor a desconsuelo, en este México al que le debemos tanto. ¿Con qué identidad, inteligencia, moral, honor, valores y virtudes se va a comportar un ser humano si no tiene la menor idea de lo que son los límites?

¿Hasta cuándo?