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Con la cuchara grande

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Por: Antonio Navalon Los partidos políticos están nutridos por nosotros los mexicanos, son la carne y la sangre de nuestro sistema democrático. Toda la representación popular se obtiene a través de ellos. En el Poder Legislativo existen los candidatos uninominales, los plurinominales y los de mayoría relativa donde el que tiene más porcentaje de votos es el que se […]


Por: Antonio Navalon
Los partidos políticos están nutridos por nosotros los mexicanos, son la carne y la sangre de nuestro sistema democrático.
Toda la representación popular se obtiene a través de ellos. En el Poder Legislativo existen los candidatos uninominales, los plurinominales y los de mayoría relativa donde el que tiene más porcentaje de votos es el que se lleva el mayor número de curules o de escaños, aunque éstos terminen siendo designados por “dedazo” al interior de cada partido.
El sistema político vive de sus impuestos y de quien los paga. Antes vivía en gran medida de lo que se robaba de Pemex y un poco de lo que tomaba de nuestros impuestos. Ahora vive de lo poco que ya queda de Pemex y de una gran parte de los impuestos.
Los partidos políticos se llenan la boca de anunciar una y otra vez que lucharán contra la corrupción.
Los partidos políticos piden terreno parejo y juego limpio, pero ellos olvidan – así como puso en evidencia este periódico la semana pasada– que comen y viven de la sangre de nuestra sangre, y frente a eso en lugar de declararse en austeridad, decidieron estar más puestos que nunca para servirse el dinero de todos con la cuchara grande.
Hay que ser muy suicida para actuar como lo están haciendo los partidos políticos. Porque al final del día ellos se han convertido en los que nombran a aquellos que los tienen que controlar y eso es todo un espectáculo de indecencia colectiva del que resulta muy difícil sustraerse.
Los independientes tampoco son la solución. Porque observando los casos de la historia llegamos a aquel momento en el que la Red Globo, una cadena de medios de comunicación brasileña, impulsó a un Fernando Collor de Mello quien conquistó la presidencia de Brasil, pero terminó dimitiendo por un juicio político que se desarrolló en su contra por estar involucrado en grandes procesos de corrupción.
Si “la democracia es el menos malo de los sistemas políticos”, según Winston Churchill y además se nutre de partidos que administran, roban, saquean y regulan al país, entonces la pregunta es: ¿cómo tendremos una democracia sin partidos?
Porque cómo le vamos a explicar a todos los muchachos que no tendrán un lugar para estudiar bachillerato en la UNAM y a todos a los que les hemos pedido que vuelvan a apretarse el cinturón; que la crisis es generalizada menos para los millonarios y para los partidos políticos mexicanos.
Unos partidos que cada año pueden tener más dinero para servir al pueblo, aunque lo hagan sobre la base de explotarlo primero con la subvención que el INE les da, y después durante el ejercicio del gobierno con lo que puedan llevarse del presupuesto nacional.
@antonio_navalon