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AMLO debe aprender a cuidarse y dejarse cuidar

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Para un hombre de casi 65 años que es hipertenso, ha sufrido uno o dos infartos cardiacos y padece fuertes dolores en su columna vertebral, el ritmo de trabajo del tabasqueño es sorprendente y personas más jóvenes difícilmente soportarían tanta actividad


El virtual presidente electo Andrés Manuel López Obrador, después de ganar por amplio margen la elección presidencial del 1 de julio, se tomó unas muy breves vacaciones, del 16 al 20 de este mes.
Acompañado por su esposa llegó al aeropuerto, donde ambos, como cualquier pasajero, se formaron en la fila para pasar por el filtro de seguridad y dirigirse luego a la sala correspondiente para abordar el avión comercial que los llevó a su destino. No se vieron guaruras que los cuidaran y los que quisieron se les acercaron para saludarlos o tomarse una foto con ellos.
Salvo esos cuatro días, AMLO ha estado sumamente activo en su casa de campaña, sosteniendo reuniones con grupos diversos y con quienes formarán parte de su gobierno, concediendo entrevistas a ciertos medios de comunicación, anunciando diversas acciones que emprenderá su gobierno y explicando en qué consistirán las iniciativas que someterá a la consideración del Congreso de la Unión que a partir del 1 de septiembre estará controlado por sus huestes morenistas, petistas y pesistas.
Para un hombre de casi 65 años que es hipertenso, ha sufrido uno o dos infartos cardiacos y padece fuertes dolores en su columna vertebral, el ritmo de trabajo del tabasqueño es sorprendente y personas más jóvenes difícilmente soportarían tanta actividad. Tal vez es la famosa vitamina P (de poder) que ahora circula por sus arterias la que le proporciona tanto vigor físico.
Por las largas horas que todos los días le dedica al trabajo, pareciera que Andrés Manuel aún no toma conciencia totalmente que por fin terminó la que fue su sexta campaña electoral.
Aparentemente le está costando trabajo reducir la intensidad con que vivió durante los últimos meses. En su oficina me dicen que lo que sucede es que el próximo presidente ha dicho que para realizar la denominada Cuarta Transformación del país se va a tener que trabajar a marchas forzadas y, como él ha afirmado, realizar en seis años lo que normalmente se haría en 12.
Sea lo que sea, el caso es que ni a México ni a los mexicanos nos conviene que el próximo presidente ande caminando por lugares públicos sin un mínimo de protección ni que esté trabajando hasta el punto de quedar exhausto. AMLO debe aceptar la protección del Estado Mayor Presidencial y de los expertos en seguridad que ahí trabajan, porque el pueblo no lo va a poder cuidar todo el tempo y en cualquier lugar contra los enemigos que, como cualquier gobernante, seguramente tiene y que quisieran atentar contra él. También debe cuidar su resquebrajada salud porque de poco le servirá al país si por diversas dolencias no puede desempeñar óptimamente su cargo.
López Obrador será presidente de todos los mexicanos, sin importar si son parte del 53 por ciento que votó por él o del 47 que no lo hizo. Por el bien de todos, debe aprender a cuidarse y dejarse cuidar.