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Al diablo con la ley

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La Coyuntura Por Vladimir Galeana Cuando contendió por primera vez por la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador decidió no reconocer el triunfo de Felipe Calderón Hinojosa y anunció su rechazo al fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con argumentos doctrinarios en lugar de acudir a los señalamientos legales. […]


La Coyuntura
Por Vladimir Galeana
Cuando contendió por primera vez por la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador decidió no reconocer el triunfo de Felipe Calderón Hinojosa y anunció su rechazo al fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con argumentos doctrinarios en lugar de acudir a los señalamientos legales. Esa masa amorfa que el mismo denominó “pueblo” fue usado en su beneficio con la finalidad de construir citas discursivas acerca de la posibilidad de rechazar el fallo de los autoridades legalmente establecidas y amenazar con la rebelión popular.
Fue en ese momento cuando exclamó la conocida y reconocida sentencia popular ““al diablo con sus instituciones”, en lo que ha sido una muestra de desprecio hacia las autoridades judiciales por no haberle otorgado ese triunfo que las urnas le negaron, según sus propias palabras, con un fraude maquinado desde la Residencia Oficial de Los Pinos. Después de ello se dedicó a acosar a Felipe Calderón en todos los eventos públicos, hasta que el michoacano decidió utilizar al Ejército Mexicano para enfrentar a los narcotraficantes, y de paso darle a entender que quien tenía la potestad de utilizar la fuerza del Estado Mexicano era él.
La historia reciente señala que la siembra del odio por parte del tabasqueño ha sido bastante exitosa, y lo sigue haciendo porque si de algo podemos tener la seguridad es de que se ha convertido en un especialista motivacional para esa enorme franja de hombres y mujeres que creen todo lo que afirma y dice. Sin lugar a dudas el señor López ha sido un excelente “encantador de incautos”, y lo seguirá haciendo porque si de algo sabe mucho es de cómo se debe manipular a los pobres.
Alguna vez tuve gran admiración por Esteban Moctezuma Barragán, a quien siempre guarde respeto y reconocimiento por su preocupación por la educación, pero observarlo ahora haciendo suyos los argumentos de la educación masiva sin procedimientos de examinación, “porque todos los mexicanos deben tener el mismo derecho aspiracional”, no es más que una ambición personal de regreso a las mieles del poder. Pobre hombre.
Salvador Rangel, Obispo de Chilapa, tuvo una reunión con el líder de Los Rojos, Zenen Nava, a quien apodan ““El Chaparro”, y después lo hizo con José Alberto Valdes Chapa en Tlacotepec, y de inmediato el señor López Obrador señaló que el diálogo es necesario para la paz, la reconciliación y la tranquilidad, ““y que no haya sufrimientos para nuestro pueblo, eso lo tenemos que hacer todos, buscar la reconciliación, La Paz, la tranquilidad”. Pareciera que esta reeditando aquello de ““al diablo con sus instituciones” para suplantarlas con negociaciones fuera de la ley.
Para decirlo más claro, el señor López Obrador ha violado las leyes desde hace poco más de veinte años y nunca ha sido castigado o reconvenido por ello. Recordemos cuando quemo pozos petroleros propiedad de todos los mexicanos, y no pasó nada. Escondió los documentos de la construcción de los segundos pisos, y no pasó nada. La pregunta que me hago es: ¿los mexicanos queremos un Presidente que desprecie la ley? Porque de ser así, ya podemos irnos despidiendo del México que conocemos. Al tiempo.