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La muerte de Ríos Galeana, menos espectacular que sus robos y huidas

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Por Roxana Romero México, 16 Ene (Notimex).- El 16 de diciembre de 1984 Alfredo Ríos Galeana dio “su mejor golpe”. El escritor Carlos Monsiváis relató cómo “La voz que le canta al corazón” y falso ingeniero civil se llevó 236 millones de pesos del Banco de Cédulas Hipotecarias. Ese día se presentó elegantemente vestido a las […]


Por Roxana Romero

México, 16 Ene (Notimex).- El 16 de diciembre de 1984 Alfredo Ríos Galeana dio “su mejor golpe”. El escritor Carlos Monsiváis relató cómo “La voz que le canta al corazón” y falso ingeniero civil se llevó 236 millones de pesos del Banco de Cédulas Hipotecarias.

Ese día se presentó elegantemente vestido a las puertas del Banco. Le dijo al vigilante que llevaba un regalo para el gerente y le permitieron el paso. En cuestión de minutos sus cuatro compañeros y él advertían al personal que si colaboraban todo estaría bien. Se trataba de “su mejor golpe”.

Ríos Galeana es considerado el enemigo público número uno de México de los años 80. Se le adjudicó un récord de más de 20 asaltos bancarios perpetrados entre 1978 y 1984.

En julio de 2005 fue detenido en California, Estados Unidos, y trasladado al penal de máxima seguridad del Altiplano. En diciembre de 2019 falleció a causa de una infección en la sangre.

Ríos Galeana fue integrante del Ejército y utilizó sus conocimientos para después sumarse al crimen organizado. Su fama por la astucia con que planeaba los asaltos y con la que tras varias capturas logró escapar creció porque su historia posee tintes de ficción.

Ríos Galeana nació en 1951 en el estado de Guerrero. A los 18 años ingresó al Ejército y luego se dedicó a cometer delitos menores. En 1974 fue capturado y fichado. A finales de los 70 ingresó al Batallón de Radio Patrullas del Estado de México (El Barapem), donde llegó a primer comandante.

En los 80 creó y dirigió una banda delictiva especializada en asaltar bancos, hasta que en 1983 lo capturaron en Hidalgo e ingresó a la prisión estatal, de donde se fugó meses después.

En 1984 lo detuvieron otra vez en la Ciudad de México; sin embargo, escapó de la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla, pero fue reaprehendido al siguiente año y encarcelado en el Reclusorio Sur. Dos años más tarde, durante una audiencia en el Juzgado XXXIII, fue “rescatado” por 10 personas.

La secuencia de la fuga es casi cinematográfica, escribió Monsiváis en Los mil y un velorios: Crónica de la nota roja en México. A la una de la tarde sesionó el Juez XXXIII en Materia Penal, Alfonso Corona Tapia. En ese momento había cerca de 40 personas, entre funcionarios, empleados y familiares de los presos.

Apenas iniciada la diligencia cuando irrumpieron siete hombres y tres mujeres con granadas y metralletas. Hicieron estallar una granada y amenazaron: “Tírense al suelo. No quieran ser héroes. El que se mueva se muere”. Luego golpearon a cuatro custodios.

Ríos y sus acompañantes hicieron un boquete y ganaron los pasillos de la entrada principal. Llevaban pistolas calibre 45 y tres granadas como armas. La operación duró alrededor de 15 minutos.

Los trece presidiarios y sus cómplices desconectaron los teléfonos, advirtieron a los presentes que siguieran tirados 10 minutos más si no querían perder la vida, y los despojaron de las llaves de sus autos. Luego escaparon por Juzgado XXXIII y por la zona de aduana y se llevaron los autos de los sorprendidos.

Además de lo cinematográficas que fueron sus capturas y huidas, Ríos Galeana destacó por su gusto por el canto.

En 1982, bajo el pseudónimo de Alfredo del Río, sacó su primer disco y se autodenominó “La voz que le canta al corazón”. Otros de sus nombres artísticos fueron Luis Fernando Gutiérrez Martínez y Luis Fernando Verber Ocampo.

Además en tres ocasiones se sometió a cirugía plástica para cambiar su identidad y compró un título de ingeniero civil de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) bajo un nombre falso.

-Fin de nota-

 

NTX/RRG/MMH