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Video: Metepec, cuna de los árboles de la vida

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Crean representaciones del origen de la humanidad mediante Árboles de la Vida, artesanía originaria de Metepec, en el Estado de México, cuyo colorido ha traspasado fronteras.


No sólo los Dioses dan vida a partir de tierra y agua, el artesano de tradición alfarera José Manuel Hernández, junto con su familia, crean representaciones del origen de la humanidad mediante Árboles de la Vida, artesanía originaria de Metepec, en el Estado de México, cuyo colorido ha traspasado fronteras.

El taller artesanal de Hernández se ubica entre los vericuetos de las calles de Metepec, y en el traspatio de su casa hay un pequeño espacio con dos mesas de trabajo que ven nacer a flores, pájaros, figuras representativas de Adán y Eva y estructuras que soportan con gracia cada una de las figuras, en las paredes hay estantes que soportan figuras a medio terminar y que esperan con paciencia ser pintadas.
El artesano, de 43 años de edad, fue enseñado por su abuelo a los 10 y cuenta que según las historias, Pablo Archundia, como se llamaba, junto con otro amigo, comenzaron esta tradición alrededor de la década de los años treinta.
En la actualidad, hasta a los más pequeños de la familia se les puede mirar con nacientes flores de barro entre las manos, todos ayudan a preservar las tradiciones mexicanas y ya han recibido diferentes premios por este trabajo.
El artesano, con el orgullo de quienes conocen el valor de su trabajo, explicó que las piezas se realizan con tres tipos diferentes de barro; negro, colorado y arenoso, mientras que la selección del material va de acuerdo con las necesidades de la pieza a trabajar; así, si se requiere de una mayor dureza se agrega barro negro, ejemplificó.
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El barro, traído de comunidades de Santa María Nativitas, Ocotitlán y San Bartolomé proviene del subsuelo, por lo que es necesario un proceso largo para dar vida a las piezas; así, se deja secar al sol para luego extenderlo en una superficie plana y molerlo.
Luego, se agrega agua y plumilla, que es la flor del árbol de tule conocida también como camote, la cual aporta al barro su consistencia y fuerza, este material viene de Michoacán y Guadalajara, dijo.
Al ras del suelo y en una posición que requiere de un enorme esfuerzo, el barro se manipula hasta obtener una consistencia tersa, es entonces cuando comienza la magia y surgen mariposas, figuras humanas, hojas y flores de todos los tamaños que se colocan en los árboles de la vida.
A decir del artesano, el tradicional es el que tiene las representaciones bíblicas del inicio de la humanidad, es decir, a Eva y Adán, aunque con el tiempo ha habido variaciones y árboles con nacimientos y las calaveras representativas del Día de Muertos adquieren vida en el pequeño taller de Hernández.
Una vez formadas, abundó, las piezas regresan por otro baño de sol para luego de unas horas terminar en el horno, proceso que requiere un promedio de tres horas más, al día siguiente las sacan y son pintadas a mano por los miembros de la familia y otras personas que ayudan en el taller, añadió que tiempo atrás se utilizaban colorantes naturales como chinchilla, hoy en día se utiliza pintura.
Con 43 años de edad el trabajo de Hernández ha traspasado fronteras y algunos de sus árboles reposan en países como Japón, Vaticano, Francia y España; en ese sentido, refirió que es necesario que el trabajo hecho en México se difunda en el mundo, y que mejor que esta labor se haga desde quienes realizan las piezas.
 

Al respecto, refirió que muchos artesanos están acostumbrados a recibir apoyos constantes, sin embargo, opinó que además de la ayuda que reciban, éstos son quienes deben salir al mundo a dar a conocer sus obras.
Así, Hernández y su familia han asistido a ferias artesanales dentro y fuera del país, una de ellas es Manos del Mundo, que celebrará su onceava edición del 3 al 6 de agosto próximos en el World Trade Center de la Ciudad de México.
Explicó que para la elaboración de sus obras los artesanos enfrentan riesgos como la exposición constante al polvo, o durante los procesos de molido pueden salir volando pequeñas piedras y caer a los ojos, aunado a que durante la puesta de las piezas en el horno se enfrentan a cambios bruscos de temperatura, “si expone uno su salud pero es nuestro trabajo y tenemos que adaptarnos a las circunstancias”, agregó.
El tiempo en el que quedan listas las piezas es variable y se consideran factores como el clima (para el secado) , así como la laboriosidad de cada una de las piezas ya que se realiza la figura principal o esqueleto para después agregar figuras de animales y flores, en ese sentido ejemplificó que en un día pueden llegar a producir seis o siete árboles medianos.
Añadió que los trabajos son laboriosos y detallados y en un día normal comienzan a trabajar entre las ocho y nueve de la mañana, sin embargo, hay días en los que laboran hasta 16 horas debido a la carga de trabajo que tienen.