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Asalto, trauma que daña la salud de la población

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Enojo y frustración son emociones generadas debido a la inseguridad


En lo que resta del año y el primer Una persona que ha sido asaltada se enfrenta a un estado de indefensión, que en algunos casos lo paraliza y en otros exacerba la agresividad, lo cual puede desatar situaciones violentas, que puede terminar en agresiones físicas contra quienes son asaltados, o contra los propios asaltantes, así lo refiere el psicólogo Miguel Ángel Macías Poceros.
Ante un robo, ya sea en el transporte o en la vía pública, la reacción de las personas, puede ser diversa, desde quedar paralizados o de quienes se oponen a ser asaltados, situaciones que pueden culminar en lesiones, asesinatos o linchamientos.
Macías Poceros, quien es académico de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, de la UNAM, señala este tipo de actos delictivos genera en las víctimas traumas, que pueden ser inmediatos o posteriores al acontecimiento, para lo cual, lo ideal es que reciban apoyo de un profesional, para poder superarlo.
“Cuando una persona ha sido asaltada, lo primero con lo que lidia, es con un estado de vulnerabilidad”, describe el especialista, quien señala que lo anterior se suma a un sentimiento de culpa, en el momento en que otras personas lo hacen sentirse responsable del asalto, por el hecho de portar cosas caras o haber transitado por algún lugar en específico.
Indicó que en el momento en que alguna persona le dice a la víctima que tiene la culpa del robo por comprar cosas caras o por escuchar música con los audífonos en el transporte público, se genera una impotencia doble.
“La familia termina responsabilizando más al familiar, ya que nos dicen que tú tienes la culpa, porque traes ese celular bonito”, señaló y reiteró que la impotencia por el asalto se duplica entre las víctimas y la falta de solidaridad lleva a las personas al desamparo o desolación.
Indicó que ese desamparo o impotencia, que sufren las personas, ante un acto de esta naturaleza, normalmente se somatiza y se vuelven en enfermedades estomacales o respiratorias, en la disminución del sistema inmunológico y se asocia a padecimientos con colitis nerviosa o reactiva.
“Todo esto por impotencia se somatiza, se acumula y esa energía e impotencia que no se libera, comienza a hacer que la agresión, tienda más a la violencia y a respuestas impulsivas”, explicó.
Derivado de esta cuestión, es que las personas, al ver la oportunidad, actúan contra los delincuentes y se generan actos de linchamiento, pero también de personas inocentes que fallecen en los asaltos, como se puede observar a través de los medios de comunicación.
El especialista refiere que hay un bajo nivel de denuncia, tanto de asalto en transporte, como en la vía pública, lo cual ha sido medido a través de un estudio de la Facultad de Psicología, de la UNAM, en el que se refiere que ni 30 por ciento de las personas asaltadas, denuncian.
Las personas se encuentran en un desamparo aprendido, que genera una condición, en el que hagan o no hagan nada, son vulnerables, razón por la cual no se denuncia.
Las personas, refiere el psicólogo aunque no hayan sido víctimas de asaltos violentos, se encuentran en un estado de híper alerta, ya que la percepción de la indefensión ha permeado, sobre todo en las ciudades metropolitanas.
Dijo que es recomendable que una persona que ha tenido una experiencia traumática, tenga ayuda un apoyo psicológico, ya que le dará otro sentido a la experiencia y lo podrá capitalizar, para tener mejores respuestas ante estas situaciones.