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Lobos se hacen perros por necesidad

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Su comportamiento se modifica por la adaptación a vivir de recursos humanos, según estudios


Los lobos grises, que tienen una amplia distribución geográfica en el mundo, estarían en camino de convertirse en un nuevo cánido doméstico, debido a la fuerte dependencia que están desarrollando hacia los subsidios antropogénicos, según un nuevo estudio.
En paisajes de todo el mundo el cambio ambiental está uniendo a personas y grandes carnívoros, y especies como los lobos están adaptando sus costumbres para vivir de recursos del ser humano, según un equipo de investigadores.
Como resultado del aumento de la interacción, explican los científicos, la evolución y la función de muchas especies se pueden alterar con el paso del tiempo y de procesos que incluyen la domesticación y la hibridación, capaces de conducir a eventos de especiación.
Los investigadores llevaron a cabo un estudio con lobos grises y otros grandes carnívoros en busca de identificar cómo pueden verse afectados por las vertiginosas transformaciones en los ambientes dominados por el hombre, con el fin de determinar cambios en sus estructuras sociales, comportamientos y movimientos.
A medida que la población humana sigue creciendo y amplía las zonas urbanas, algunas especies de carnívoros se ven obligadas a salir de su hábitat y, en ocasiones, a reingresar en él, lo cual tendría importantes implicaciones en la naturaleza.
Thomas Newsome, biólogo evolutivo de la Universidad de Deakin en Melbourne, Australia, y sus colegas estudiaron lo que ha ocurrido a grandes carnívoros que viven cerca de la gente, por ejemplo, los leones asiáticos en India que matan y comen principalmente ganado, se han vuelto menos agresivos hacia las personas.
En Israel, los zorros rojos viven más tiempo, utilizan áreas de distribución más pequeñas y basan su dieta en sobras de alimentos, mientras que, por el contrario, los osos negros que habitan en América del Norte ingieren lo que hallan en la basura humana y son más propensos a morir jóvenes.
Los dingos (especie de lobo), en Australia, mostraron el hábito de comer casi exclusivamente la comida que encuentran en la basura, su agresividad se ha reducido, son más propensos a aparearse con los perros y se atreven a correr entre las piernas de las personas.
Fue una “disminución de áreas en las que viven estos animales, tamaños de grupos más grandes y preferencias dietéticas alteradas, similar a los perros domésticos”.
Todos esos cambios en los animales salvajes parecen ser un paso clave hacia la formación de nuevas especies. Sin embargo, los lobos están en medio de condiciones propicias para convertirse en perros, afirman los científicos.
Los alimentos humanos ya representan 32 por ciento de las dietas de los lobos en el mundo, y aunque la mayoría de ellos oscilan en las regiones remotas de Eurasia y América del Norte, algunos están regresando a las zonas desarrolladas.
Los lobos en Grecia consumen principalmente cerdos, cabras y ovejas; los que habitan en España se alimentan sobre todo de caballos y otros animales; en Irán comen pollos y cabras domésticas, pero nada de la basura.
“Sobre la base de lo que ha ocurrido a otros carnívoros que se alimentan de los alimentos (humanos), creemos que estos lobos van a cambiar”, dice Newsome, para quien la nueva dieta de los lobos podría afectar todo, desde el tamaño de sus cuerpos hasta sus comportamientos sociales.
Al igual que los dingos, estos lobos probablemente comenzarán a aparearse con perros y, en América del Norte, con los coyotes, y esto podría dar inicio a una divergencia genética de la especie, sugiere.
El uso de alimentos derivados de actividades humanas por los lobos también podría tener serias implicaciones para los esfuerzos de conservación más amplios.
En particular, Newsome y sus colegas plantean inquietudes acerca de si los programas de reintroducción y recolonización de lobos cumplirán los objetivos de restauración de ecosistemas en ámbitos modificados por humanos.
Se cree que los lobos antiguos evolucionaron hasta convertirse en perros por el consumo de alimentos y basura en los campos humanos y ahora “podemos estar viendo los ingredientes de un nuevo perro”, sustenta Newsome.