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Agua, no la dejes correr

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Se cree que al modificar hábitos de consumo de este vital líquido se ahorra, aunque aún no es suficiente


Todos los días, los seres humanos gastamos más agua de manera indirecta que directa: cuando comes carne, al usar una hoja de papel, cuando te vistes o vas de fiesta y hasta al revisar tu celular.
A nivel global, México está por encima de otras naciones en el consumo de este vital líquido, ya que, de acuerdo con información de la Comisión Nacional del Agua, un mexicano usa el equivalente a mil 978 metros cúbicos por año. El promedio mundial es de mil 385.
Sin embargo, el punto más importante es que solamente cinco por ciento de esa agua se utiliza en las actividades cotidianas de las personas, como preparar la comida, bañarse o limpiar su casa. El otro 95 por ciento se consume de manera “indirecta”, es decir, es agua que se utiliza para fabricar, transportar y comercializar los productos que las personas consumen como parte de sus hábitos diarios al comer, trabajar, asearse o vestirse.
Al cálculo de toda esta agua que se consume de manera directa e indirecta se le conoce como “huella hídrica”, la cual es considerada muy pocas veces por las personas.
Sólo como un dato: la huella hídrica de México es de 197 mil 425 hectómetros cúbicos (un hectómetro cúbico equivale a toda el agua que cabe en un cubo de 100 metros por lado), lo que representa 2.3 por ciento de todo el mundo; de hecho, es el octavo país en el planeta con más consumo de este recurso.
¿Y dónde está?
Por ejemplo, cuando vas al baño y le jalas al inodoro, consumes unos seis litros de agua, sin embargo, para producir el rollo de papel higiénico se utilizaron 140 litros.
Y si miras lo que traes puesto, quizá te preocupará saber que para fabricar tus jeans se usaron 300 litros, o que tus tenis requirieron cuatro mil 400.
Y así se puede seguir contabilizando el agua que se va por vaporización en la cafetera, el agua de más que consumes por ir más seguido al baño debido a que bebes más líquidos de los que tu cuerpo puede procesar creyendo que “es más sano”, o la cantidad excesiva de aire acondicionado que se usa en las oficinas por obligar a las personas a ir de saco y corbata.
En resumen, 86 por ciento de la huella hídrica de los mexicanos consiste en alimentos y bebidas, el seis por ciento en otros productos agropecuarios como pieles y algodón, cinco por ciento en el consumo doméstico y tres por ciento en productos industriales.
La mano del hombre
En la primaria te enseñaron el ciclo del agua, ese en el que, de manera general, te explicaban que el mar se calentaba y se iba a las nubes, para después caer como lluvia en la tierra y alimentar a los árboles.
Bueno, pues la actividad humana también incide en que ese ciclo del agua no se lleve a cabo como antes y hoy sea más difícil que haya este recurso en el grifo.
La contaminación y el calentamiento generados por el uso exagerado de los coches inciden en el cambio del clima urbano que genera, por ejemplo, “islas de calor” que, a su vez, provocan lluvias en las que cae más líquido durante periodos más cortos en lugares localizados, lo cual dificulta su captación.
Asimismo, un edificio nuevo de departamentos con más de cinco pisos requiere un mayor consumo de energía (la cual necesita de agua para generarla) debido a que usa más bombas con el propósito de que el líquido le llegue a todos los vecinos.
De esta forma, si quieres ahorrar este vital líquido de verdad, no basta con cerrar la llave mientras te lavas los dientes o las manos, también necesitas pensar en un consumo inteligente en todas las actividades que lleves a cabo en tu vida. ¿Comienzas desde hoy?