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Dostoievski: al filo de la eternidad

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*Hoy, hace 139 años murió el padre de Aliosha Karamasov El único provecho que saqué de esta lectura es que los libros no ofrecen respuestas para las preguntas candentes. Que estamos guiados por los genes, por el diablo o por Dios; que nuestra voluntad, en los momentos fatídicos, no desempeñan ningún papel, y que son […]


*Hoy, hace 139 años murió el padre de Aliosha Karamasov

El único provecho que saqué de esta lectura es que los libros no ofrecen respuestas para las preguntas candentes. Que estamos guiados por los genes, por el diablo o por Dios; que nuestra voluntad, en los momentos fatídicos, no desempeñan ningún papel, y que son las pasiones las que nos mueven. Danilo Kis

Por Luis Valdés Robles

México, 9 de febrero (Notimex).— Me fascina Hellboy, el comic-novela gráfica que salió de la genialmente retorcida mente de Mike Mignola ha colmado mi –bastante- extraña imaginación; en sus pesadas sombras y gruesos y burdos trazos, que chocan al primer vistazo, parecen sugerirnos que el color nace de las sombras; al final del día, todos los colores nacen del negro, como la luz.

      Para mí, ese negro crudo, pesado, que se contrasta con lo cálido de una paleta de ocres, es el complemento, el esqueleto en el que Mignola ofrece unos diálogos, una historia que refleja una de las partes más oscuras del alma humana: la maldad, el horror, la violencia, y, ante esta ola abrumadora, la piedra en la que choca es un demonio, nacido de Satán y una bruja arrepentida, que escogió ser humano, en la maldad encuentra su bondad, en su horror, encuentra la luz, en el dolor, la sabiduría.

      ¿En qué obra de Fiódor Mijáilovich Dostoievsky no se sufre?, quizá podríamos llamarlo el novelista del sufrimiento, el epíteto se quedaría corto, pero describe en términos generales la tónica de la obra del creador de El Idiota o el alter ego de El Jugador, ese ludópata que pierde absolutamente todo en las apuestas, cuya desesperación por controlar la suerte lo lleva a hasta perder a su familia y el dote de sus esposa, por una apuesta más; para recuperar el adelanto de la novela, que se diluyó en la mesa de apuestas, escribe la novela.

      Su vida misma da para una novela. O los cinco titánicos tomos que le dedicó el crítico Joseph Frank, la canónica biografía del autor.

Lo que dice Wikipedia

Fiódoro Mijáilovich Dostoievski (Moscú 11 de noviembre de 1821- San Petersburgo, 9 de febrero de 1881), fue uno de los principales escritores rusos de la Rusia zarista, cuya literatura explora la psicología humana, en el complejo contexto político, social y espiritual de la sociedad rusa del siglo XIX.

      Es considerado uno de los más grandes escritores de Occidente y de la literatura universal. De él dijo Friedrich Nietzsche: Dostoyevski, el único psicólogo, por cierto, del cual podría aprender algo, es uno de los accidentes más felices de mi vida.

El accidente definitorio

La primera vez que lo conocí fue por Crimen y Castigo, en la edición de Porrúa, en ese volumen de doble columna y letras tan pequeñas que la vista se cansa nada más de verlo. Mi madre estudiaba su maestría en literatura, terminó su curso, nunca el libro, le llamaba “Dostoievsko”.

      La historia de Raskolnikov, su idea del súper hombre, el asesinato de la usurera “como un bien para la humanidad”, no me impresionaron tanto como la atmosfera oscura y dolorosa de la novela, en ella supe lo que es un samovar, y cómo, una buhardilla inmunda es separada por un “tabique”.

      En una parte, Rodia, con el crimen a cuestas, sostiene una patética discusión con Sonia, quien ya vendió su cuerpo por 30 monedas; en la otra “habitación” Katerina languidece de tuberculosis, preocupada por el pecado de Sonia, el alcoholismo de su marido, aterida de pasión cristiana.

      La encendida discusión de Raskolnikov con el policía que sigue el caso, el análisis del “crimen perfecto”, su levita ajada y sucia ante el orgullo absurdo del joven estudiante de derecho, las infectas calles de San Petersburgo, sin sol. Una frase: cuando la inteligencia falla, el diablo la sustituye. Había caído.

      En sus notas, Dostoievski escribió: ¿Quién no ha deseado la muerte de su padre?, ¿quién no ha deseado la muerte de su Zar? y ¿quién no ha deseado la muerte de su Dios? Esas febriles preguntas fueron recogidas, junto con cientos de cuestionamientos más, en los tomos de Frank. Tenía que leerlos.

Cronista, celebridad, místico, indigente y profeta

No he leído todos los tomos, pero la obra de Frank, simplemente Dostoeievski, ha sido una de mis lecturas más febriles, el primero lo aborde en copias, desde la primera hoja a la última no pare por días. Lo que narra el autor, sin ser frío ni melodramático, el norteamericano desgrana sus primeros años del autor de El Eterno Marido.

      En esa primera lectura supe que a su padre lo asesinaron y castraron, que sufrió sus vejaciones, y cuando decidió ser escritor, en esa primera etapa sus obras son sociales, retratan las duras condiciones de vida de la clase popular en la Rusia decimonónica.

      Cuando Fedia se hace “socialista”, es detenido por la policía y condenado a muerte. En su biografía, Frank narra como en una fría mañana en la plaza frente a la fortaleza de Pedro y Pablo, los condenados a muerte son formados en grupos de a tres para ser fusilados, el autor estaba en el tercer grupo, de ahí que este hiciera un rápido cálculo, se dio cuenta que le quedaban 90 segundos de vida.

      Los primeros 30 los dedicaría a repasar su vida, los siguientes, su obra, los finales, a rezar. Ya tenía cubierta la cabeza, ya habían sonado los primero tiros… al llegar al patíbulo, un correo llega con el anunció que Alexander II conmutaba la pena por trabajados forzados, en Siberia. Ahí, muchos, Frank incluido, consideran que “nació” el verdadero autor; esos momentos de arrebato místico definieron mucho en él. Se dice que ahí se incrementó su epilepsia.

El infierno congelado y su semilla

Memorias de la casa muerta. Mi libro más apreciado de Dostoievski. Durante más de 10 años se dedica a trabajos forzados en Siberia, en su novela (adaptada para que la censura no la prohibiera, no es él quien narra, sino un pequeño terrateniente que mató a su esposa) se vive el día a día de los prisioneros, sus desavenencias, sus comida, el hospital, y cómo conforme pasan las estaciones heladas se pierde la esperanza.

      El lector se enfrenta a la desesperación de un hombre que no encaja; uno de los capítulos más profundos, extraños, horrendos de la literatura está ahí, la entrada al infierno está en los baños del presidio.

      Al salir, el protagonista-Dostoievski trae bajo el brazo el magma de Crimen y Castigo, Memorias del Subsuelo, El Idiota, El Adolescente, Los Demonios, El Eterno Marido, Los hermanos Karamazov.

      En toda esa parte de su novelística, el narrador vuelca la podredumbre que conoció en presidio, lo que ve a diario en una Rusia que está por cambiar, que ya no se entiende a sí misma, y, por ende, todo está infecto, tiene el cáncer del dolor, la pobreza y la maldad.

      Ninguno de sus personajes es feliz, ni bello, todos en conflicto con Dios. No es fácil leerlo, el alma humana se ve sacudida en cada página de Dostoievski, tal vez, sólo tal vez, si habría que resumir las miles de páginas del autor, podría ser el arranque de Memorias del subsuelo:

      “Soy un hombre enfermo, soy malo, no tengo nada de simpático. No me cuido ni nunca me he cuidado por más que profeso respeto por la medicina y los médicos, pues soy sumamente supersticioso, cuando menos lo bastante para tener fe en la medicina.

      “Cierto que mis bromas son de mal gusto, esquinada, embrollonas, faltas de desparpajo, pero este se debe a que no me respeto. Decidme ¿qué hombre en plena posesión de su consciencia podría respetarse? ¿respetarse?, pero ¿es que puede respetarse quién ha decidido hallar placer en su propia abyección?

      “En otro tiempo me complacía en pedir perdón, cuando precisamente nada había hecho que lo justificase. Y esa era mi mayor vileza…”

Los parricidas

Explorador de las tragedias más oscuras y silenciadas del hombre, de esas que no se hablan porque es malo, Dostoievski y su cristianismo primitivo nos dice que Dios está en el bien y en el mal, en la virtud y en el vicio, incluso en el crimen, como se ve en Crimen y Castigo, y sobre todo, en Los Hermanos Karamazov; los ángeles del ruso se desploman mientras sus hombres continúan la absurda construcción de Babel.

      Los Karamazov reúnen todas sus inquietudes, sus profecías, sus anhelos, profundamente oscura y compleja, tiene un gran pero, como la mayor parte de sus obras (señalan los expertos): es una novela de oro con un broche de cobre.

      Pese a esto, Mitia Karamazov nos invita a leer a su autor: la belleza es una cosa terrible, por indefinible. La belleza no es sólo terrible, sino también misteriosa.

NTX/LVR/RML