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Arte oriental

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Yayoy Kusama, conocida por sus obras de lunares, tendrá su propio museo


Yayoi Kusama, la artista japonesa que reside voluntariamente en un hospital psiquiátrico y define sus creaciones como “arte-medicina”, tendrá su propio museo en la ciudad de Tokio a partir del 1 de octubre.
La artista plástica es conocida mundialmente por sus obras plagadas de lunares de distintos colores y tamaños. Kusama, de 88 años, ha colaborado activamente con el mundo de la moda y el diseño.
El museo que llevará su nombre está ubicado en el barrio de Shinjuku y abrirá con una muestra de los trabajos más reconocidos de quien es considerada la artista japonesa viva más importante. Junto con esta colección se presentarán documentos y material audiovisual con la historia de la prolífica creadora.
La exposición inaugural, titulada La creación es una búsqueda solitaria, el amor es lo que te acerca al arte (Creation is a solitary pursuit, love is what brings you closer to art), podrá visitarse entre el próximo 1 de octubre y el 25 de febrero de 2018, y las entradas estarán a la venta por Internet a partir del 28 de agosto.
Originaria de la ciudad de Matsumoto, en el centro de Japón, Kusama emigró a Nueva York a finales de los años 50 para hacerse un nombre entre las vanguardias artísticas, y pese a su gran éxito regresó a Tokio en 1973 debido a la complicación de los problemas mentales que padece desde su infancia.
En 2014 la influyente revista británica The Art Newspaper nombró a la japonesa como la artista más popular del mundo.
Las obras más conocidas actualmente de la nipona son quizá sus “esculturas suaves” y sus “pinturas en red”, figuras o lienzos cubiertos con patrones repetidos insistentemente, inspiradas por las alucinaciones que experimentó en su niñez.
La obra de Yayoi Kusama se mueve entre esculturas cosidas con tela y algodón, parte de su etapa obsesiva con las formas fálicas, hasta cuadros donde la japonesa apuesta por el infinito y la reiteración como camino hacia la evasión.
El nuevo museo dedicado a la artista permitirá admirar “la estética básica de Kusama, su fascinación por el infinito y la repetición y la forma en que estas cosas pueden borrar el ego –como ser empequeñecido por un mar de estrellas en una noche sin nubes–, se pierde cuando el tiempo en cada habitación es tan apresurado”, explicó el crítico de arte de The Washington Post.